Sobre los temas propuestos para las monografías.
De acuerdo a la teoría del enmarcado interpretativo conteste lo siguiente:
1) ¿cuáles serían las fuentes de dónde extraer el corpus para determinar los marcos de diagnóstico, de pronóstico y de motivación a la movilización?
2) proponga tentativamente procesos de alineamiento de marco externos e internos en el movimiento o caso seleccionado para la monografía
3) proponga tentativamente los tres tipos de efectos de resonancia que pretenden los movimientos seleccionados.
Bienvenidos, este es el espacio de trabajo para los alumnos del Taller "Teoría e Historia de los Movimientos Sociales y la Acción Colectiva. Enmarcados mediáticos de la protesta social en la Argentina. Del antikirchnerismo al antimacrismo" Esperamos su participación y que el blog entre en movimiento es decir sea movilizador y movilizado.
viernes, 8 de junio de 2018
Texto de Apoyo Unidad 2 Teoría del Enmarcado Interpretativo
Comunicación y movimientos
sociales, los aportes de la teoría del enmarcado interpretativo. Por Marcelo Gómez
El recorte del tema deln Taller nos sitúa
en la intersección de los fenómenos de movilización social con los procesos de
comunicación en la arena pública. La inscripción de los movimientos sociales en
las distintas corrientes que dominan la reflexión sobre los impactos de los
medios masivos de comunicación nos lleva a realizar un breve recorrido teórico.
En
los años ‘70 M. McCombs y D. Shaw proponen la señera noción de “agenda” como un
instrumento mediante el cual se logra identificar y comparar las opiniones
vehiculadas por los medios con las opiniones de los ciudadanos (Maigret, 2005).
Las agendas se ven entonces estableciendo las prioridades a la hora de
presentar la información por parte de los medios, frente a los intereses y
preferencias de los ciudadanos. El desarrollo posterior de esta noción tuvo un
punto culminante en la reconocida corriente teórica de la Agenda
Setting ,
impulsada por B. Cohen, que plantea que la selección de temas por parte de los
medios determina, de una parte, la evaluación que el público hace sobre cuáles
son los asuntos más importantes y, de otra, la posición que asume sobre esos
asuntos.
Una
inflexión de esta teoría aparece en las investigaciones de E. Noelle-Neumann
sobre la llamada “Espiral del Silencio”: más que imponer temas y opiniones, los
medios operan fundamentalmente limitando la variedad de opiniones haciendo que el
ciudadano que tiene una posición opuesta a la que los medios promueven como
mayoritaria, se sumerja en “espiral del silencio” por temor a ser excluido o
sentirse aislado. Apelando a la “ilusión de unanimidad” los medios nos dicen lo
que no se debe pensar.
La
inscripción de los movimientos sociales y las protestas en estas teorías tienden
a otorgar un papel determinante a los medios de comunicación comulgando con una
visión pasiva de las “masas” como dóciles e irracionales al mismo tiempo. Los
movimientos sociales desafiantes serían subestimados y recluidos a posiciones
subordinadas dentro de las agendas y estereotipados en torno al desorden y la
violencia. El imperativo de “lo noticiable”, es decir la necesidad de
satisfacer el objetivo de atraer el interés y la atención del público, tiende a operar como deslizamiento del foco
desde el actor y los motivos del reclamo hacia las acciones de protesta y la
alteración del orden público que afecta intereses de terceros con quienes se
busca generar una inmediata identificación de las audiencias.
Cobb
y Elder abandonan los supuestos de las teorías de Cohen y Noelle-Neumann y
comienzan a prestar atención a las agendas ciudadanas que se sostienen más allá
o se superponen a la mediática. Así aparece una nueva corriente teórica conocida
como Agenda Building que se focaliza
en las formas de construcción de las agendas de los medios. S. Moscovici demuestra
la capacidad con la que cuentan muchas minorías de expresarse y de fortalecerse
hasta convertirse en mayorías sobreponiéndose exitosamente a la “espiral de
silencio”. A través de la movilización contestataria las audiencias toman
conciencia de problemas o definen posiciones en conflictos. Los movimientos
sociales son entendidos como “agencias de significación” o usinas cognitivas a
través de las cuales el conjunto asume problemas. Ingresan a la esfera pública
donde ya están instalados los mass media y el Estado, desarrollando
una “política de la significación”
(Stuart Hall, 1982) para cohesionar movilizados, ganar apoyos y simpatías,
desmovilizar y neutralizar oponentes, y luchar por condiciones que favorezcan
el trabajo de producción de sentido.
Pero
la construcción de agendas de los medios no se limita solo a las interacciones
con otras agendas. Stuart Hall (2000) analiza las formas internas de
construcción de las noticias y señala la tendencia puramente pragmática de los
periodistas a consultar permanentemente las mismas fuentes a las que Hall
denomina “Definidores Primarios” y que tendencialmente coincide con las
autoridades y los grupos dominantes.
Dentro
de la problemática de la construcción de agendas, no pueden obviarse los
intereses articulados a los propios medios de comunicación masiva, donde las
principales fuentes de financiamiento, su articulación con otras actividades
económicas, procesos de concentración y cartelización empresarial, juegan un
papel fundamental a la hora de definir filtros en la selección de asuntos noticiables
y, sobre todo, de imprimir sesgos en el
tratamiento noticioso buscando generar aceptación o rechazo conforme a estos
intereses. Demás está decir el peso político y económico específico que tienen
algunas empresas (y empresarios) concentradoras cuasi monopólicas de medios
masivos (Mastrini y Becerra, 2007).
Otro
aporte significativo a la construcción de agendas es el que proviene del
análisis crítico del discurso. Teun van Dijk (1997) considera que mediante las
rutinas periodísticas se fabrican esquemas desde los cuales se cubren sucesos
sociales a fin de captar la atención del público. Un ejemplo de ello es
construir un esquema denominado “Traumatismo”, para leer desde allí sucesos
como una protesta social.
En
líneas generales los estudios de los movimientos sociales en estos registros
teóricos apuntan a captar las formas de sortear los filtros de las agendas
mediáticas. Una manera es intentar forzar la atención pública de los
“definidores primarios” y, a través de la repercusión política, poder entrar en
la agenda de los medios. Otra posible forma es adoptar formatos de protesta que
sean asimilables a los esquemas o claves de relato mediático utilizados por los
periodistas. La clave “dramática”, la “estetización” de la protesta son
recursos repetidos para lograr abrir las agendas de los medios.
La
problemática teórica ha ido oscilando desde la preocupación excluyente de lo
que hacen los medios con los movimientos a la indagación de lo que hacen los
movimientos con los medios. Este giro es completado con la irrupción de la
teoría del enmarcado interpretativo basada en el concepto de framing
(Goffman, 1974) en la que medios y movimientos sociales comparten el hecho de
ser productores o fuentes de procesos cognitivos, proporcionadores de marcos de
percepción y comprensión de acontecimientos y situaciones sociales. La acción
colectiva es portadora de potentes claves decodificadoras de conflictos,
injusticias o necesidades insatisfechas y aspiraciones frustradas. Una de las
funciones elementales de cualquier intento enmarcador es la de atribución (Hunt
y ot., 2006). Medios y movimientos disputan sobre la atribución de rasgos e
identidades a los protagonistas de cualquier acontecimiento. Las formas de
autopresentación, el manejo del self
colectivo, del nosotros y de los otros, antagonistas y público, junto con las
interpelaciones y definiciones que asignan sentido a la acción colectiva, son
elementos fundamentales de la lucha en la que entran los movimientos a través
de complejas relaciones de competencia, articulación y a veces de conflicto con
los medios de comunicación.
El
análisis de los procesos enmarcadores nos suministra potentes herramientas
conceptuales y metodológicas para una comprensión más precisa y profunda de
muchos de los fenómenos precitados. Veamos algunos de los aportes de la teoría
de los marcos interpretativos.
a)
Desde la visión teórica de la teoría del enmarcado interpretativo, la
“mediatización” significa que el medio no vende solo espectáculo para atraer
audiencias sino vende visión o esquemas de elaboración de sentido acerca del
espectáculo que vende. Un factor causal importante de las claves
“mediatizadoras” es el recurso a los “guiños” a la cultura (Martín Barbero,
2000), a los sistemas de creencias ya instalados y a las experiencias
compartidas por las audiencias. Solo teniendo en cuenta lo que se denomina
“fidelidad narrativa” (Snow y Benford, 2006; Amparán, 2006) a la cultura y los
sistemas de significados arraigados en una época se puede atraer la atención
masiva del público al tiempo que estimular la activación de determinados
esquemas de percepción y valoración. Pero los estudios de enmarcado demuestran
que los movimientos también procuran de manera sistemática conectarse con las
tradiciones, fondos culturales, símbolos y creencias arraigadas, y lograr así
“resonancia” para sus demandas y aceptación de nuevos marcos de interpretación
sobre determinados asuntos públicos.
b)
En general los estudios de la relación mass
media / movimientos parten del planteo básico de una suerte de trueque de
visibilidad/repercusión a cambio de espectacularidad y atención pública. Está
suficientemente establecido que los medios llevan a cabo operaciones de
moldeamiento de los actores y las acciones, asignándoles atributos de manera
simplificada, y muchas veces estigmatizante. El análisis de los procesos
enmarcadores permite develar la lógica que subyace a estos fenómenos,
esclareciendo los modos de operar de la estigmatización. Los estudios
latinoamericanos en general (León, Burch y Tamayo, 2005; Escobar, Álvarez y
Dagnino, 2001; Reguillo, 2005) confirman que la eficacia persuasiva de los
enmarcados mediáticos aumenta cuando la distancia social de la experiencia
cotidiana del público respecto de los temas es muy amplia, y cuando el
conocimiento directo de las audiencias sobre el evento o tema abordado es muy
bajo. En estos casos el medio produce su
efecto de veracidad cuando es capaz de estimular al público a utilizar un marco
interpretativo ya disponible y arraigado en las audiencias para interpretar los
eventos o temas que son presentados (Mc Leod y Datenber, 1999). Los medios
ofrecen la posibilidad de interpretar “lo que pasa” en un fenómeno del que el
público no tiene una vivencia directa o conocimientos propios, utilizando
metáforas específicas como detonante para
aplicar marcos interpretativos con los que el público suele interpretar
otros fenómenos o situaciones más cercanas a su experiencia o a su conocimiento
directo. Se dan entonces las condiciones óptimas para la simplificación, la homogeneización
esquemática, la generalización indiscriminada y el estereotipo al que recurren
los medios como estrategia persuasiva.
La
forma estándar de enmarcamiento mediático de las acciones de movimientos
contestatarios y protestas, es la de poner en primer plano las acciones
espectaculares y eventualmente sus impactos deletéreos, opacando u omitiendo
las realizaciones sociales, culturales, organizativas que hacen posible esas
acciones. Melucci (1994) había advertido
que los medios desnaturalizan los procesos identitarios mediante el expediente
de la simplificación y la unilateralidad de la imagen de la acción. En el
lenguaje audiovisual, los movimientos son
la protesta callejera. Los acontecimientos de la lucha, los disturbios, la
represión, desplazan los motivos, las demandas, y los valores e identidades de
los participantes. Los medios brindan repercusión a costa de ocultar, dejar
sumergidas las raíces identitarias y su producción cultural. La lógica de la
cobertura mediática tiende de forma general a resaltar las capacidades de
acción y a menoscabar identidades, valores y logros de autoorganización y
mejora de los grupos movilizados.
c)
Por ello el análisis de los enmarcados muestra que es tan esencial a los
movimientos: -producir sus propias usinas de capital simbólico, así como
distribuir entre sus miembros capital cultural y educativo, que le permita
sostener condiciones de autonomía de sus prácticas significantes y de
elaboración discursiva, conquistar más apoyos, más participación activa, formar
cuadros y militantes, aumentar la eficacia de sus enmarcamientos internos,
etc.;
-
penetrar en las agendas mediáticas como combatir o contrapesar el enmarcado
mediático del que son objeto. Algunos de los recursos que se valen para ello
son: el volcado en la acción misma, en los repertorios de protesta, de la carga simbólica y cultural
de la que son portadores intentando reducir los márgenes de libertad de
reenmarcado o manipulación mediática; el descarte o la moderación en el uso de
formas de acción violentas o abusivas para terceros tratando de no facilitar la
estigmatización; el aprovechamiento de las TICs y de otros recursos para
construir canales propios y más controlados de comunicación no convencional.
Así,
las tendencias a la sorpresa, la estetización y a la dramatización de las
protestas, la imposición del canon de la “resistencia pacífica” y del uso
intensivo de la Web ,
intentan sortear los escollos y las trampas de la mediatización, además de
aumentar la espectacularidad de las acciones. Sin embargo, el poder de
resignificación que ostentan las industrias periodísticas y de la comunicación
de masas puede hacer que las imágenes sean “editadas” en clave de disturbio, y
que los mensajes y la información puesta a circular por la Web sean retomados por los
grandes medios para recircularlos bajo nuevos marcos de interpretación.
La teoría del enmarcado interpretativo aplicada
a los movimientos sociales tiene un vasto campo de trabajo: los procesos de
enmarcado interno (entre movimientos y sus bases de apoyo, de reclutamiento,
participantes activos y cuadros dirigentes o referentes) y de enmarcado externo
con sus correspondientes procesos de lucha y contraenmarcado (entre movimientos
y audiencias, grupos antagonistas, medios de comunicación, gobiernos y
políticos, etc.).
Los procesos de enmarcado y
contraenmarcado tienen por referentes empíricos los discursos y enunciaciones
de los movimientos y el de otros agentes y prácticas significantes en torno a
ellos. En este sentido, la metodología general de la investigación se basa en
el relevamiento, registro y análisis crítico del discurso público (Faireclough,
1992) de los movimientos, medios y otros agentes de significación involucrados,
utilizando las herramientas y el instrumental técnico asociado a la teoría de
los marcos interpretativos, que se desarrolla en el punto siguiente.
El universo empírico con que trabaja la teoría del enmarcado viene
definido como el conjunto de producción simbólica de los movimientos plasmado
en discursos públicos, consignas y material de difusión, publicaciones,
intervenciones en los medios de comunicación, prácticas educativas, formativas
y expresivas por las cuales se operan los procesos de alineamiento de marcos
interpretativos internos y externos en torno a estos significantes-claves, y
las disputas con otros agentes enmarcadores (medios de comunicación, gobierno,
actores políticos).
Los enmarcados dentro de los movimientos se
relevan a partir del registro documental, de observación y entrevistas sobre todo
el material de difusión escrita, oral, visual, sea por medios convencionales o
no convencionales, redes sociales, pancartas, cartelería, slogans o consignas,
cánticos, etc. Los documentos, declaraciones públicas, solicitadas,
declaraciones de líderes o referentes, y todo otro mensaje destinado a la arena
pública.
El marco de variables de análisis para los
procesos de enmarcado es el siguiente.
Para los procesos enmarcadores de atribución de
sentidos, se procurará establecer cuáles son los marcos puestos en juego de
acuerdo a la clasificación canónica: -“marcos diagnósticos”, mediante los
cuales se atribuyen causalidades, responsabilidades y se realizan imputaciones
y explicaciones acerca de la situación que lleva al reclamo; - “marcos de
pronóstico” que señalan las consecuencias futuras del statu quo y el acierto de las soluciones de cambio propuestas; y
los “marcos de motivación” que buscan alentar el compromiso, la participación, el apoyo y el
consenso acerca de los reclamos y las acciones del movimiento, mostrando que es
posible vencer a los oponentes y lograr los cambios por los que luchan.
Para el análisis de las estrategias de los
movimientos que buscan penetrar en las agendas y puntos de vista de
participantes, bases potenciales de apoyo y públicos más vastos, gobiernos y
antagonistas, se proponen las variables asociadas al proceso de “alineamiento
de marcos interpretativos”, que responden
al grado de tensión o distancia entre los marcos que propone el movimiento y
los marcos vigentes entre los destinatarios:
-conexión o puente, cuando la distancia es mínima y los reclamos están
enmarcados en sentidos ampliamente
compartidos por los destinatarios y solo se necesitan agilizar canales de
difusión y visibilización; -amplificación, cuando es necesario modificar las
prioridades o darle más importancia a determinados elementos del marco
establecido entre los destinatarios, alterando de manera parcial los esquemas
de valoración y percepción de los mismos; -extensión, cuando el enmarcado del
movimiento comienza a incorporar puntos de vista o marcos de los propios
destinatarios aunque no sean importantes o no tengan mucha relación con los
reclamos o propuestas sostenidas por el movimiento; y -transformación, cuando
los marcos propuestos son radicalmente opuestos a los sostenidos por los
destinatarios y obliga a un verdadero proceso de mutación simbólica,
desnaturalización y deslegitimación de situaciones consideradas positivamente
hasta ese momento. En la literatura especializada este tipo de transformación de enmarcados interpretativos se conoce como “liberación cognitiva” o “cognición caliente” (McAdam, McCarthy y Zald, 1999).
Finalmente las
variables que permiten analizar el efecto de los procesos de alineamiento de
marcos que se conoce como “resonancia”. Un
enmarcado interpretativo puesto en circulación por los movimientos se convierte
en resonante cuando moviliza consenso y/o cuando obliga a los oponentes a dar
nuevas respuestas enmarcadoras para neutralizarlos. En este sentido, las
variables analíticas con las que se analiza la resonancia y la receptividad de
los enmarcados propuestos por los movimientos son: -la conmensurabilidad con la
experiencia cotidiana o inmediata de los destinatarios; -la fiabilidad empírica
y argumental que alcanzan ante los destinatarios; y -la fidelidad narrativa a
marcas identitarias o tradiciones presentes en la cultura de la época. Los
guiños a los fondos culturales y a las representaciones sociales más
profundamente arraigadas son dimensiones importantes a indagar.
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