Veo que hay
resistencia a pensar la contradicción entre determinación estructural y lucha colectiva, usando la salida de la
lectura convencional de los textos de Marx. Despues vamos a ver en clase una
serie de contradicciones asociadas a este problema. Separo la devolución entre
quienes respondieron a la primera y la segunda consigna.
1)
Alexis
Rodriguez y Carina Ricciardelli muestran
que a través de la lucha se va configurando una conciencia de pertenencia de
clase. Tomando el periodo de 1900
a 1943 de gestación de la clase obrera que caracteriza
como de “disputas y resistencias por parte de las masas al poder del naciente
Estado argentino” que me parece que es una afirmación que le cabe más al
anterior periodo de las montoneras contra la “organización nacional”
oligárquica. Durante las primeras décadas del S XX sobresalen las primeras
huelgas y organizaciones obreras solidarias y de lucha antipatronales junto con
la movilización política del joven radicalismo detrás de la bandera de la
abstención revolucionaria. La capacidad de alteración del orden público en la
calle o la capacidad de llevar adelante medidas de fuerza como las huelgas no
es equivalente a desafiar directamente al poder político establecido, es decir
no es equivalente a lucha política, que en este periodo quedaría circunscripta
al radicalismo. Combatir la policía y resistir la represión no es equivalente a
plantear una lucha política por el control del estado, más allá de las
proclamas y postulados ideológicos. Es importante destacar, como hace Maximiliano
J. Desmarás, el elemento reactivo de las primeras luchas: los grandes
conflictos y rebeliones urbanas obreras ocurren luego de agravios importantes
de parte de patronales (despidos, falta de pagos) y estado (represión
indiscriminada). Son las clases dominantes (oligarquía ya formada) las que
alteran primero el statu quo en desmedro del naciente proletariado (clase en
formación) y esto “obliga” a la lucha y la colectivización de la clase.
Miguel
Gaztañaga utiliza el ejemplo de las milicias populares que se formaron a los
efectos de resistir a los ingleses invasores de 1806/7. La auto organización
militar y el acceso a las armas por parte de segmentos de las clases populares
van a ser una constante durante toda la guerra independentista pero en el
ejemplo suministrado la principal identidad o conciencia que se juega no es
específicamente “clasista” sino “patriótica”, la colectividad de pertenencia
que se gesta a nivel simbólico y reclama lealtad es “la patria”, la conciencia
de compartir el mismo “suelo”, etc. Solo secundariamente y más tarde aparecen
los clivajes de clase: en el motín de las trenzas, por ejemplo, o en la
milicias de Artigas y los caudillos orientales donde aparece la figura del
campesino pobre y desterrado con sus propias demandas frente a las clases
propietarias. No obstante es importante destacar que las guerras como
conflictos agudos son instancias muy fuertes de constitución identitaria.
Irina Toranzo
Calderón utiliza correctamente el ejemplo de las guerras calchaquíes o sea
resistencias indígenas al orden colonial para diferenciar luchas de clases de
luchas de estamentos.
Pablo Mattera defiende
con ahínco la lectura del planteo clásico de Marx. “Clásico” en el sentido de
que fue el más citado por el canon doctrinal de los partidos de izquierda,
anclado al esquema clase en sí – para sí, pero haciendo una lectura trunca de
la cita de la Miseria
de la filosofía, que omite el párrafo anterior en donde dice que los
capitalistas que “se reunen con deseos de represión” son los que hacen superar el mero interés de
mantener salarios y pasar a defender la organización colectiva como tal.
También la lectura tradicional se da de patadas con los párrafos posteriores en
donde se describe cómo la burguesía se constituyó en clase enfrentando a
absolutismos y aristocracias. El proletariado se constituye como clase en la
lucha contra otra clase que está ya constituida y por tanto puede intentar
dominar a la masa trabajadora desde intereses ya políticamente configurados. Es
la resistencia a esta dominación ya política la que tiene efectos de formación
de clase. Pero en todo esto el papel de supuestas “estructuras” no aparece al
menos de manera evidente en los textos mismos. Para aquellos amantes de la
eficacia histórica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción
hay que leer la brillante referencia de Marx en la p. 169 en donde caracteriza
la “mayor invención de la industria moderna” (la self acting mule textil) como
un arma contra las organizaciones de los tejedores. Acá aparece claramente que
la lucha de clases no deriva ni se enmarca en instancias independientes de ella
(el capital, la tecnología), sino que es constitutiva de esas supuestas
“estructuras”. La forma de pensar esto “acríticamente” como un suave despliegue
dialéctico en el que la estructura pone la mesa, hace la comida y la sirve “en
si” y luego vienen las clases y se la mastican y la digieren “para sí”, no deja
de ser una ingenuidad teleológica ya que en la misma obra de Marx hay
innumerables referencias a cómo la lucha de clases, los comensales, se meten en
la cocina, las estructuras. Los textos de la Ideología Alemana
son claros: las “estructuras” son disolventes e individualizantes, solo el
tener que enfrentar a otra clase ya constituida que acciona de manera opresiva,
unifica y colectiviza.
Camila Matrero
utiliza la agudización de la polarización política que desató la resistencia
peronista como catalizador de la identidad clasista obrera. La superposición
del clivaje clasista (clases propietarias-trabajadores) con clivajes políticos
(gorila-peroncho) se acelera con la lucha. No hay mención a elementos
estructurales operantes (desarrollismo, gran capital extranjero industrial,
etc.).
Guadalupe
Frías ve en el conflicto conocido como Grito de Alcorta un ejemplo para
problematizar la constitución de estos sectores como clase: frente a los
terratenientes primero pero frente al proletariado rural después. Marx tiene
importantes indicaciones sobre el campesinado parcelario en el 18 Brumario.
2)
Federico Perez
señala con acierto el elemento de homogeneidad que se subraya en los planteos
weberianos de clase como base posible de acción comunitaria. El ejemplo que
utiliza es el de la unidad de los indios pampas frente al conquistador con sus
exacciones. Sin embargo, el ejemplo no es del todo feliz: justamente en este
ejemplo es el conflicto y el enfrentamiento lo que aglutina a grupos con
lenguas y tradiciones distintas.
En este
sentido, es más claro el ejemplo de Mauro Rossetto que plantea acertadamente
las montoneras federales y el caudillismo como surgimiento de acción
comunitaria con una base en las condiciones homogéneas de vida.
Guido Turdera aborda
la cuestión de la resistencia peronista y las estructuras de sentimiento que
invoca James como formas weberianas de entender la acción colectiva de la época
en tanto formas de subjetivación política y social no reductibles a
determinaciones de clase. En este sentido es interesante contraponer lo
analizado por Camila en tanto la resistencia consolida la superposición de la
identidad de clase con el “sentimiento” peronista, cuyos contenidos ideológicos
o doctrinarios serían formalmente “desclasadores”. Aquí, de nuevo, me parece
que hay que resaltar el papel de la lucha y el enfrentamiento: en la misma
medida que el peronismo encara el antagonismo contra “la oligarquía y las
empresas imperialistas” la identidad obrera queda comprendida dentro de lo
nacional-popular. En la medida que se enfatizan los elementos doctrinarios de
integración, solamente quedan los significantes “nacional-antiimperialistas”.