martes, 27 de mayo de 2014

Devolución TP 1

Estimads: El TP 1 está aprobado. Cumple con los requisitos solicitados por la asignatura (control de lectura). Se nota la comprensión y asimilación de lo leído y no hay observaciones puntuales que realizar en cuanto al contenido. Han realizado una síntesis correcta de acuerdo a lo solicitado"

Saludos cordiales
Lic. Vanesa Da Silva

lunes, 19 de mayo de 2014

Mails

Hay gente que todavía no mandó un mail a mgomez@unq.edu.ar para estar comunicados. Los mails de toda la cátedra están desde siempre en el programa posteado en el blog.
Reitero que la clase de hoy es presencial.

martes, 13 de mayo de 2014

Texto de Apoyo y TP Unidad 2 A (la clase del 19/5 es presencial)

ALGUNOS ELEMENTOS TEORICOS PARA ENTENDER EL ENFOQUE DE LA ELECCION RACIONAL EN LA ACCIÓN COLECTIVA

Los desarrollos más difundidos de la teoría sociológica en los ’90 pasan por lo que se ha denominado "individualismo metodológico". Contrariamente a lo que pueda pensarse estos enfoques han arraigado incluso en importantes autores neomarxistas como A. Przeworsky, E. Olin Wright y otros. Según este enfoque los conceptos "colectivos" pueden y deben ser reconstruidos en términos de elecciones adoptadas por sujetos diestros (con inteligencia estratégica) que evaluan alternativas y se atienen a algunas reglas de decisión en busca de racionalidad y eficiencia en la relación fines buscados y medios disponibles. En estos enfoques se les reconoce a los sujetos "competencia estratégica", es decir, capacidad para orientarse de manera conveniente ante el comportamiento de los otros. En este sentido, el individualismo metodológico reconoce una matriz dentro de la economía neoclásica pero fundamentalmente dentro de la llamada "teoría de los juegos" que intenta predecir las estrategias más probables de un actor dada una situación y un comportamiento de otros actores.Así, por ej., Przeworsky analiza la racionalidad estratégica de la opción obrera por la socialdemocracia europea dadas las relaciones de poder y comportamientos de la burguesía. Un ejemplo de este mismo autor es el de la huelga obrera: es un hecho sin dudas colectivo pero no puede obviarse que a cada obrero en particular, a cada obrero en sí mismo, le conviene no hacer huelga y que los demás sí la hagan: de esta manera cobra el aumento si se consigue (los aumentos son "bienes públicos" que no discriminan entre quienes hicieron huelga y quienes no) y si no se consigue no corre los riesgos de la lucha (despidos, descuentos, etc. que sí son "privados" y no públicos). Por tanto, toda acción colectiva debe estar preparada para resolver este dilema y contrarrestar la propensión individual a la pasividad (llamado teorema de Olson).En el conocido libro de Elster "Tuercas y Tornillos. Una introducción a los conceptos básicos de las ciencias sociales", Gedisa, Barcelona, 1993, se plantea el comportamiento social como una forma de arbitrar entre Deseos y Oportunidades: el sujeto evalúa la situación de acuerdo a sus deseos y eventualmente aprovecha las oportunidades que encuentra para realizarlos. Si no encuentra oportunidades busca reducir la frustración reduciendo sus apetencias o cambiando las preferencias.Pero es claro que deseos/oportunidades no son independientes sino interdependientes: los deseos pueden generar o inhibir oportunidades ausentes o disponibles, y las oportunidades generar deseos o inhibirlos. "Donde la naturaleza es demasiado pródiga no hay necesidad y donde es escasa no hay oportunidad". En el largo plazo, cuentan las oportunidades ya que ellas son producto y modelan los deseos. El deseo de aumentar las oportunidades no es obvio ni universal, y la autolimitación de oportunidades también es una conducta equilibradora que intenta evitar la frustración.Cuando las acciones entre dos sujetos están recíprocamente referidas, es decir, cuando uno intenta ajustar su acción a la acción del otro, la estrategia dominante o "mejor respuesta" a todos los movimientos del oponente, lleva al llamado dilema del prisionero en el que ambos esperan que el otro no coopere pues saben que para ambos la tentación de aprovechar el beneficio sin costo de la cooperación unilateral es más grande que el beneficio de una cooperación mancomunada. Ambos esperan aprovechar la cooperación unilateral del otro, o esperan que el otro coopere para no cooperar y alcanzar algún beneficio sin costos. Se produce así un resultado colectivamente desastroso pero el más racional desde el punto de vista individual al mismo tiempo. El riesgo de cooperar ante la incertidumbre del otro hace irracional la cooperación, mucho más cuando se sabe con certeza la racionalidad del otro que hace el mismo cálculo. El carácter paradójico de la acción cooperativa y sus racionalidades imposibles se multiplican: Elster dice que la pasión sirve mal a la pasión. La mejor manera de apartarse de la racionalidad es ser racional. Los esclavos sirven mejor si son algo autónomos, etc. Elster también encuentra que los sujetos pueden encontrar racionalidad en los prejuicios o a través de gratificaciones sustitutivas: la imposibilidad de pruebas que fundamenten decisiones tiende a eludirse reemplazándola por creencias míticas que me permiten seguir resistiendo a que las cosas no son como deseo (principio del placer o gratificación inmediata): cuando las pruebas van en contra, sigo buscando hasta que me den a favor. Así mis creencias pueden perjudicarme aunque me gratifiquen. Las creencias no son irracionales si producen placer, autoestima, etc. y no se puede decidir creer o cómo creer.Otra paradoja importante es la de la espontaneidad: si cedo a la espontaneidad disminuiré las oportunidades futuras de comportarme así. La valorización de lo espontáneo requiere preocupaciones no espontáneas. En realidad, estas paradojas ya habían sido establecidas por Platón y magistralmente formuladas por Hegel: "el hombre está condenado a ser libre haciéndose esclavo de la ley". Todo ello da lugar a una profunda necesidad de reflexionar sobre el concepto hoy muy en boga de "autonomía".El supuesto teórico fuerte y discutible por cierto es la Tesis de la inexistencia de la voluntad popular: el individuo puede saber qué quiere y la sociedad no. En el individuo entre la decisión y la ejecución no hay interferencia alguna salvo problemas neuromotores, etc. , la sociedad solo lo resuelve en la interacción entre individuos.Las paradojas de la acción colectiva están en la imagen de la bandera colectiva en la marcha citada en el texto de Elster: los participantes no pueden gozarla más que destruyéndola.El Problema de la acción colectiva (AC) : es mejor que lo hagan muchos que que no lo haga nadie, pero es mejor para cada uno no hacerlo. Cooperar es actuar en contra del interés propio de manera que beneficie a muchos solamente si todos actúan de ese modo. Esta es la base de la perversa tendencia de la racionalidad individual a generar desastre colectivo. Si todos actúan mi contribución es innecesaria y la tendencia a capitalizar el esfuerzo de los demás, grande. Si nadie actúa, desde ya que no actúo.La curva de beneficios lineal basada en que cada contribución de cada cooperador añadido es igual en el tiempo, tiene pendientes paralelas ascendentes iguales y por tanto, nunca se tocan y siempre es conveniente esperar el esfuerzo de los demás.Sin embargo, puede haber contribuciones no lineales: los primeros y los últimos generalmente no tienen importancia, también puede que sean perjudiciales (represión a circunstantes) o que el exceso de cooperación más allá de un punto se convierte en caos perjudicial.En las soluciones al problema de la AC se impone el reforzamiento de soluciones (interés propio, normas, altruismo, etc.): la esperanza confirmada de reciprocidad, coopera en la primer ronda, coopera en la segunda solo si el resto cooperó en la primera, etc.Según Elster se pueden tipificar 3 figuras calculadoras frente a la acción colectiva: -los kantianos que obran de acuerdo a la máxima de lo mejor universal y por tanto no consideran ni los perjuicios que sufren ellos mismos ni los costos que puedan ocasionar a los demás; - los utilitarios que esperarán que los kantianos comiencen y que la cantidad de seguidores signifique que con su propia cooperación el umbral de beneficios para los cooperadores superara sus costos; - los que siguen la norma de justicia que esperarán que la cantidad de cooperantes posibilite un beneficio medio favorable aunque no todavía para los cooperantes.El utilitario participa cuando el beneficio esperado con su participación se vuelve positivo. El justiciero lo hace cuando el beneficio general se vuelve positivo. De acuerdo a las trayectorias esperadas de beneficios propios y colectivos, los kantianos pueden ser detonantes catalizadores de los justicieros y los utilitarios, y estos son multiplicadores de los kantianos. La "reacción en cadena" puede llegar a la cooperación universal aunque no sea conveniente. 
El texto de M. Lichbach busca encontrar dentro mismo de los supuestos del individualismo metodológico no la explicación de la pasividad, sino las formas de resolver o superar la parálisis a la que se someten los individuos merced el dilema del rebelde. Así encuentra que existen tanto soluciones de incentivos directos o indirectos, reducción de costos, etc. (soluciones de mercado) pero también soluciones de tipo contractual (basadas en el dilema de seguridad) o soluciones no maximizadoras basadas en identidades, creencias o convicciones (soluciones comunitaristas) o simplemente en obediencia y jerarquía (soluciones jerárquicas).

TRABAJO PRACTICO UNIDAD 2 Sobre textos de Elster, Lichbach  
ENTREGA PARA EL LUNES 19/5.
Conteste brevemente.

1) Cómo se comporta Ud. Ante una acción colectiva: como un kantiano, como un utilitario o como un liberal democrático justiciero (Elster).

2) Busque dos ejemplos de formas de solución predominantes de control de los free riders (colados, oportunistas) o soluciones del dilema del rebelde por parte de organizaciones sociales: 1) en su experiencia propia de participación en movimientos u organizaciones colectivas, o 2) en ejemplos procesos de movilización o revoluciones estudiados en esta u otras materias. (Lichbach)

lunes, 12 de mayo de 2014

Devolución TP 2



Veo que hay resistencia a pensar la contradicción entre determinación estructural y  lucha colectiva, usando la salida de la lectura convencional de los textos de Marx. Despues vamos a ver en clase una serie de contradicciones asociadas a este problema. Separo la devolución entre quienes respondieron a la primera y la segunda consigna.

1)

Alexis Rodriguez  y Carina Ricciardelli muestran que a través de la lucha se va configurando una conciencia de pertenencia de clase. Tomando el periodo de 1900 a 1943 de gestación de la clase obrera que caracteriza como de “disputas y resistencias por parte de las masas al poder del naciente Estado argentino” que me parece que es una afirmación que le cabe más al anterior periodo de las montoneras contra la “organización nacional” oligárquica. Durante las primeras décadas del S XX sobresalen las primeras huelgas y organizaciones obreras solidarias y de lucha antipatronales junto con la movilización política del joven radicalismo detrás de la bandera de la abstención revolucionaria. La capacidad de alteración del orden público en la calle o la capacidad de llevar adelante medidas de fuerza como las huelgas no es equivalente a desafiar directamente al poder político establecido, es decir no es equivalente a lucha política, que en este periodo quedaría circunscripta al radicalismo. Combatir la policía y resistir la represión no es equivalente a plantear una lucha política por el control del estado, más allá de las proclamas y postulados ideológicos. Es importante destacar, como hace Maximiliano J. Desmarás, el elemento reactivo de las primeras luchas: los grandes conflictos y rebeliones urbanas obreras ocurren luego de agravios importantes de parte de patronales (despidos, falta de pagos) y estado (represión indiscriminada). Son las clases dominantes (oligarquía ya formada) las que alteran primero el statu quo en desmedro del naciente proletariado (clase en formación) y esto “obliga” a la lucha y la colectivización de la clase.

Miguel Gaztañaga utiliza el ejemplo de las milicias populares que se formaron a los efectos de resistir a los ingleses invasores de 1806/7. La auto organización militar y el acceso a las armas por parte de segmentos de las clases populares van a ser una constante durante toda la guerra independentista pero en el ejemplo suministrado la principal identidad o conciencia que se juega no es específicamente “clasista” sino “patriótica”, la colectividad de pertenencia que se gesta a nivel simbólico y reclama lealtad es “la patria”, la conciencia de compartir el mismo “suelo”, etc. Solo secundariamente y más tarde aparecen los clivajes de clase: en el motín de las trenzas, por ejemplo, o en la milicias de Artigas y los caudillos orientales donde aparece la figura del campesino pobre y desterrado con sus propias demandas frente a las clases propietarias. No obstante es importante destacar que las guerras como conflictos agudos son instancias muy fuertes de constitución identitaria.

Irina Toranzo Calderón utiliza correctamente el ejemplo de las guerras calchaquíes o sea resistencias indígenas al orden colonial para diferenciar luchas de clases de luchas de estamentos.

Pablo Mattera defiende con ahínco la lectura del planteo clásico de Marx. “Clásico” en el sentido de que fue el más citado por el canon doctrinal de los partidos de izquierda, anclado al esquema clase en sí – para sí, pero haciendo una lectura trunca de la cita de la Miseria de la filosofía, que omite el párrafo anterior en donde dice que los capitalistas que “se reunen con deseos de represión”  son los que hacen superar el mero interés de mantener salarios y pasar a defender la organización colectiva como tal. También la lectura tradicional se da de patadas con los párrafos posteriores en donde se describe cómo la burguesía se constituyó en clase enfrentando a absolutismos y aristocracias. El proletariado se constituye como clase en la lucha contra otra clase que está ya constituida y por tanto puede intentar dominar a la masa trabajadora desde intereses ya políticamente configurados. Es la resistencia a esta dominación ya política la que tiene efectos de formación de clase. Pero en todo esto el papel de supuestas “estructuras” no aparece al menos de manera evidente en los textos mismos. Para aquellos amantes de la eficacia histórica de las fuerzas productivas y las relaciones de producción hay que leer la brillante referencia de Marx en la p. 169 en donde caracteriza la “mayor invención de la industria moderna” (la self acting mule textil) como un arma contra las organizaciones de los tejedores. Acá aparece claramente que la lucha de clases no deriva ni se enmarca en instancias independientes de ella (el capital, la tecnología), sino que es constitutiva de esas supuestas “estructuras”. La forma de pensar esto “acríticamente” como un suave despliegue dialéctico en el que la estructura pone la mesa, hace la comida y la sirve “en si” y luego vienen las clases y se la mastican y la digieren “para sí”, no deja de ser una ingenuidad teleológica ya que en la misma obra de Marx hay innumerables referencias a cómo la lucha de clases, los comensales, se meten en la cocina, las estructuras. Los textos de la Ideología Alemana son claros: las “estructuras” son disolventes e individualizantes, solo el tener que enfrentar a otra clase ya constituida que acciona de manera opresiva, unifica y colectiviza.

Camila Matrero utiliza la agudización de la polarización política que desató la resistencia peronista como catalizador de la identidad clasista obrera. La superposición del clivaje clasista (clases propietarias-trabajadores) con clivajes políticos (gorila-peroncho) se acelera con la lucha. No hay mención a elementos estructurales operantes (desarrollismo, gran capital extranjero industrial, etc.).

Guadalupe Frías ve en el conflicto conocido como Grito de Alcorta un ejemplo para problematizar la constitución de estos sectores como clase: frente a los terratenientes primero pero frente al proletariado rural después. Marx tiene importantes indicaciones sobre el campesinado parcelario en el 18 Brumario.

2)
Federico Perez señala con acierto el elemento de homogeneidad que se subraya en los planteos weberianos de clase como base posible de acción comunitaria. El ejemplo que utiliza es el de la unidad de los indios pampas frente al conquistador con sus exacciones. Sin embargo, el ejemplo no es del todo feliz: justamente en este ejemplo es el conflicto y el enfrentamiento lo que aglutina a grupos con lenguas y tradiciones distintas.

En este sentido, es más claro el ejemplo de Mauro Rossetto que plantea acertadamente las montoneras federales y el caudillismo como surgimiento de acción comunitaria con una base en las condiciones homogéneas de vida.

Guido Turdera aborda la cuestión de la resistencia peronista y las estructuras de sentimiento que invoca James como formas weberianas de entender la acción colectiva de la época en tanto formas de subjetivación política y social no reductibles a determinaciones de clase. En este sentido es interesante contraponer lo analizado por Camila en tanto la resistencia consolida la superposición de la identidad de clase con el “sentimiento” peronista, cuyos contenidos ideológicos o doctrinarios serían formalmente “desclasadores”. Aquí, de nuevo, me parece que hay que resaltar el papel de la lucha y el enfrentamiento: en la misma medida que el peronismo encara el antagonismo contra “la oligarquía y las empresas imperialistas” la identidad obrera queda comprendida dentro de lo nacional-popular. En la medida que se enfatizan los elementos doctrinarios de integración, solamente quedan los significantes “nacional-antiimperialistas”.