DEVOLUCION TP UNIDAD 2B
1) Respecto de Elster y las paradojas de la acción
colectiva.
Miguel cuestiona a Elster pero no contesta la pregunta
acerca de cómo se suele comportar él... mmmmm muy sospechoso.
Fernán va al asunto de las tres actitudes ante el dilema del
free rider pero tampoco confiesa qué hace él.... mmmmmmm muy sospechoso.
Florencia se considera una kantiana abnegada y
universalista.... mmmmm más sospechoso aún.
Jerónimo también adopta la máxima kantiana, pero reconoce un
tema importante: EL PRINCIPISMO suele tener costos hacia otros (rememorando la
famosa antinomia weberiana entre ética de responsabilidad y ética de
convicción). El kantiano invocando el bien superior colectivo y su propio
“sacrificio” legitima la transferencias de costos hacia otros individuos o
colectivos.
Alina queda bien con todo el mundo, cumple la consigna,
cumple con Elster, lo que se llama una respuesta “políticamente correcta”. En
el mismo sentido va la escueta respuesta de Sebastián.
Florencia Aguilera introduce la cuestión mayor de la tensión
entre lo individual y lo colectivo a nivel ideológico y cultural. Sin embargo,
esta cuestión también está atravesada por paradojas: los individualistas
partidarios de la libre iniciativa privada tienen que organizarse colectivamente
para defenderla, lo mismo que los que sostienen causas supuestamente colectivas
no pueden ignorar los intereses individuales de los que luchas por esas causas
colectivas. Tiene razón Florencia en que los justicieros trazan el mínimo de
racionalidad: la acción colectiva con sus costos y riesgos tiene sentido si al
menos el beneficio individual medio o mayoritario los justifica.
Marina dice bien que depende de cada tipo de lucha. Hay
luchas donde la implicancia de los intereses individuales son directos e
inmediatos (aumento salarial, por ej.) y en otros que son muy indirectos
(inclusión social, igualdad de género, ley de medios, etc.). Pero esto no sé
hasta qué punto condiciona la adopción de decisiones de participar en la lucha
en sentido kantiano, utilitarista o justiciero. ¿Uno va a una marcha por la
igualdad de género aunque sepa que no va ir nadie más y no va a tener
repercusión o uno se suma cuando ya el movimiento demuestra su
importancia?
2) Soluciones al dilema del free rider.
Miguel menciona con acierto el peso de la integración
cultural comunitaria campesina en Bolivia, pero no entiendo cómo relaciona a la
guerrilla del M26 cubana con las soluciones de mercado: ¿fidel les pagó a los
que se embarcaron en el Gramma?. Acá puede haber un error de comprensión del
texto de Lichbach. En realidad si el argumento es que eran sectores medios
pudientes los primeros integrantes de la guerrilla, los incentivos de mercado
son menos eficientes.
Fernán propone el conflicto con el “campo” y arriesga la hipótesis
de una solución comunitaria para acercar a las clases medias urbanas pero luego
no terminó de entender el argumento. En realidad el ejemplo es bueno si se
consideran las apelaciones a la “patria”, la unidad de los “argentinos de
bien”, la equivalencia de campo=nación, etc.
El ejemplo sobre solución jerárquica no se entiende
atribuida al peronismo, los empresarios, los sindicalistas, no se entiende
bien, mucho menos la del 17 de octubre. Si hay algo que el 17 de octubre no
fue, es algo jerárquico: las masas desconocieron la resolución del C.D de la
CGT. A repasar algo de historia ¡que no viene mal!
Es muy bueno en cambio el ejemplo de los comedores de
Florencia P. y el intento de solución sobre la base de valores comunitarios.
Pero en este caso no se ponen en juego valores o identidades comunitarias sino
una ideología “comunitarista” moralista. En realidad la solución comunitaria
supone la invocación de identidades fuertes preexistentes o valores o
costumbres arraigadas: el cristianismo popular, la pertenencia a una etnia
particular o culto religioso, por ej.
También es bueno el ejemplo del EZLN como solución de contrato y
autogobierno.
Jerónimo en cambio
plantea que los desocupados resuelven por sentido de pertenencia al grupo. Creo
que esta hipótesis es falsa por lo menos en la fase inicial y de ascenso de
estos movimientos ya que las acuciantes necesidades aglutinaba gente que no se
conocía entre sí e incluso que recelaban entre sí. Las soluciones que ofrecían
estos grupos pasaban claramente por criterios de equidad en la distribución de
los planes y beneficios obtenidos entre quienes más participaban en las luchas
y la organización: es decir una solución de mercado (expectativa de beneficio)
y de contrato (cumplimiento equitativo).
Acierta con las soluciones comunitarias vinculadas al centro
simbólico de la tierra en el caso del campesinado indígena boliviano.
Alina malinterpreta solución de mercado con competencia de
grupos opuestos. Esto es una seria confusión. Tampoco creo que sea muy atinada
la idea de la lucha estudiantil contra la Ley universitaria del 95 como un tema
de “valores comunes”, en todo caso habría que justificarlo mejor. Hay que
releer el texto, el texto de apoyo o preguntar mejor a los profes.
Florencia A. propone ERP y Montos como ejemplos de valores
comunes o sea por la homogeneidad ideológica. Es atendible pero también hay que
recordar que las organizaciones militares básicamente evitan los free riders y
oportunistas a través de la disciplina interna y la jerarquía de mando.
El ejemplo de Marina es interesante: la lucha por el
edificio con la toma de la facultad incluyó estrategias comunitarias. Pero esto
debería fundamentarse si se hubiese apelado a identidades e idiosincracias
propias de sociales. Llamar a asambleas no es en sí misma una solución
“comunitaria”. Si hay necesidad de hacer algo para “reforzar el compromiso”,
eso mismo quiere decir que los lazos identitarios y comunitarios son débiles.
El ejemplo de Sebastián es escueto pero preciso:
efectivamente la Iglesia invoca sacrosantos valores identitarios para evitar
desertores y también un toque de jerarquía: de hecho los colegios católicos
“obligaban” a alumnos y padres a participar de las marchas.
3) Sobre empresarios sociales
Miguel propone a Blumberg y De Angelis acertadamente. La
particularidad del primero es que su calidad de “víctima” sufriente le otorga
el capital social que moviliza como “empresario social” al que pretende
adicionarle “el título de Ingeniero”. También Jerónimo y Alina lo proponen,
espero que no sea por la burda coincidencia de que Blúmberg es de hecho de
ocupación “empresario”. La palabra empresario en la teoría de la movilización
de recursos tiene valor figurativo, metafórico, no literal. No obstante es
alguien traslada su “respetabilidad” como directivo gerencial al movimiento de
la seguridad y por tanto el ejemplo me parece correcto. También es acertado el
ejemplo de Castells en su momento con los jubilados. Pero ojo que no cualquier
líder es un empresario social. Por eso que el ejemplo de Moyano que propone
Marina es completamente equivocado y supone un error de comprensión del
concepto.
Fernán propone a Lanata y aunque es para discutir pero me
parece que acierta.
Florencia P. propone a la chechu Pando, y aquí habría que
hacer una disgresión: en tanto militante de una causa no es una empresaria
política pero en tanto que por su tipo de personalidad desinhibida y brutal
tiene un capital mediático que trasporta al movimiento le cabe la figura de
empresaria del movimiento.
Sebastián invoca una consigna pero contesta otra en dos
renglones. ¡que no se note tanto que están apurados y llenan el TP para zafar!