lunes, 1 de diciembre de 2014

Devolución TP Unidad 4



Bueno, estuve esperando que más alumnos cumplieran con el TP, pero solamente lo hicieron dos. Es una lástima porque los textos de Tarrow, Offe y Amparan dan muchos elementos básicos para el análisis de la movilización social que pueden ser útiles para los temas. Ahí va la devolución.

Guido Turdera aborda el tema de Offe sobre las estrategias estatales de cooptación y caracteriza a la estrategia de Néstor Kirchner como de cooptación en función de reconstruir la “gobernabilidad” capitalista.
Permitáseme extenderme en los motivos por los que no comparto esta tesis hecha sentido común en la militancia de izquierda antiK (en la bibliografía hay un texto mío “La respuesta estatal a la acción colectiva desafiante” que desarrolla este problema en extenso). El concepto de cooptación es algo específico en sociología política: abreviando, se refiere al caso puntual en el cual se otorgan reconocimientos o concesiones a los dirigentes y a sus organizaciones a los efectos de que abandonen las reivindicaciones por las que lucharon y movilizaron a sus bases. El concepto de cooptación no se refiere al caso en que un gobierno satisface las demandas de determinados grupos. Menem o De la Rua no cooptaron a la gran burguesía interna trasnacionalizada, simplemente dieron una respuesta favorable a sus demandas. Cooptado hubiese sido que nombraran a Cavallo como Ministro de Economía y darle cargos a sus empresarios amigos pero que hubiesen estatizado YPF en vez de privatizarla o que hubiesen aumentado las jubilaciones en vez de recortarlas. Hay que tener en cuenta que la participación de muchos de los movimientos de desocupados surgidos de la lucha contra el neoliberalismo (FTV, Barrios de Pie, Evita, con otros menores) fueron decididos en plenarios masivos de las organizaciones y en función de las orientaciones políticas que el gobierno ofrecía en materia de políticas socioeconómicas, previsionales, de empleo, de salud, DDHH, endeudamiento y alianzas internacionales, de educación o vivienda. El apoyo a las políticas gubernamentales no significa cooptación. Cooptación hubiese sido si estas medidas que eran reclamadas por las organizaciones desde sus origenes no se hubiesen tomado y las organizaciones hubiesen apoyado al gobierno a cambio de cargos o recursos para los movimientos olvidándose de las demandas por las que lucharon.
Este tipo de razonamientos en torno a la maléfica cooptación tiene una larga historia y ya se usó en la relación peronismo-clase obrera. El líder “compró” con dádivas a la clase obrera y sus dirigentes que así cayeron en la pasividad obediente debilitándose el espíritu revolucionario. Desde ya que hoy esta lectura de la historia sería inaceptable: el peronismo dio una respuesta política (más allá de la valoración de cada uno sobre los alcances de las mismas) a las demandas de justicia social y ciudadanía y el apoyo y la adhesión que recibió obedece a estas realizaciones de sus demandas y no a manipulaciones o engaños de los dirigentes y sus organizaciones. Respecto a los piqueteros puedo recomendarles el libro de Gomez y Massetti: “Los movimientos sociales dicen” en donde los dirigentes que desconfiaban ciegamente de Nestor K cuentan el entusiasmo de las bases de los movimientos cuando se aumentaron jubilaciones y salarios por decreto o cuando se lanzó la jubilación del ama de casa y se derogaron las leyes de flexibilidad laboral. Las bases se hicieron kirchneristas antes que los dirigentes.
Una discusión interesante es la del “ascenso social”: si la gente está mejor indudablemente tiene menos motivos para el descontento y “deja de luchar”. Este razonamiento mezquino va contra toda experiencia histórica: son las conquistas de la lucha las que fortalecen a las clases populares y significan que la apropiación de derechos constituyen nuevos pisos más elevados y más libertades para proseguir la lucha por la emancipación. La naturalización de la miseria y la opresión, la impotencia de las clases populares que nunca pueden contra ellas en vez de motorizar la lucha la desalientan. Los piqueteros siguieron peleando en los años 90 porque tuvieron éxito: consiguieron los planes sociales y recursos además de protagonismo público y político y esto no fue cooptación.  Lo contrario sería pensar que la derrota es revolucionaria y el éxito en la lucha es reaccionario. La importancia de las conquistas es que permite empezar a pensar en nuevas conquistas. También es cierto que el conformismo y el quedantismo son riesgos omnipresentes pero no tienen nada que ver con las conquistas de las clases populares.
Otra cuestión es la de la “gobernabilidad para la acumulación del capital”: es curioso que los exponentes máximos del Capital en la Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, y hasta Brasil o Uruguay, hacen enconados esfuerzos para cambiar estos gobiernos que “garantizan gobernabilidad del capital”. Es claro que regulación del capital no es anticapitalismo, pero también es claro que anticapitalismo no es antiregulación del capital y que antiregulación del capital es neoliberalismo conservador.

Guido toma con acierto las cuestiones de convención/desafío/disrupción/ incertidumbre de Tarrow referidas a su tema sobre el movimiento por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, señalando el peligro de aislamiento de la agenda política y de la opinión pública, y mostrando que el objetivo fundamental tiene que ser el consenso y la solidaridad masiva de la población, por lo que la incertidumbre y el desafío con el que desgastan a los oponentes tienen que ser medidos cautelosamente.

Carina Ricciardelli toma los conceptos de Offe relativos a los resultados de las luchas de los movimientos y los aplica. Acierta en cuanto a resultados “sustanciales” en señalar los módicos éxitos parciales de la Asamblea Unidos x el Río como la desviación de la traza y las restricciones al tránsito. No es tan nítido el ejemplo de Zanón como resultado “procesual”: las asambleas internas no son un “logro” en términos de objetivos de lucha a los que se refiere Offe. El concepto de resultado en términos procesuales se refiere no al contenido o naturaleza de las decisiones de los poderes públicos o autoridades o antagonistas, sino en lograr cambios en las formas de tomarlas ampliando, democratizando o incorporando nuevas instancias y actores. El ejemplo típico actual son las consultas populares contra la instalación de mineras. La conquista procesual es que los poderes públicos en vez de votar en los cuerpos legislativos o decidir en los ejecutivos, tienen que pasar por una consulta a la ciudadanía antes de tomar decisiones.
Por último, el ejemplo de la FTV y del reconocimiento político en el marco del kirchnerismo y la asunción de cargos públicos y responsabilidades de gestión son sin dudas ejemplos típicos de resultados exitosos de tipo político según Offe, en esto se contrapone también acertadamente, desde mi criterio, al punto de vista ensayado por Guido antes respecto de la cooptación.

También Carina analiza con acierto la cuestión del desafío, solidaridad e incertidumbre en el movimiento piquetero: el corte de ruta significó apelar a inquietar al poder utilizando “dosis de amenaza o insinuación de violencia que podría generalizarse”, un tipo de violencia “gestual” o insinuante de manejo complejo dado que a la vez que busca generar incertidumbre política no tiene que dejar pretextos para la represión. Se podría agregar que la discusión de aquella época en “dejar un carril” o no dejarlo tenía que ver con esta cuestión de hasta qué punto privilegiar el desafío y la incertidumbre y hasta qué punto contemplar la necesidad de contar con solidaridad y apoyo de públicos más vastos.
Respecto de la cuestión de ejemplos referidos al análisis de los discursos, slógans y consignas de la Asamblea Unidos X el Rio desde el punto de vista de la teoría de los marcos está muy bien la cuestión de los marcos de diagnóstico, pronóstico y motivación, pero hay algunos problemas en el tema de alineamientos, es decir,
a qué elementos de los sistemas cognitivos y culturales apela la Asamblea Unidos x el Río para ganar el consenso social. Está bien la referencia al alineamiento por “puente” con grupos afines aunque no se detalla cómo se establece la “afinidad”, es decir cómo unificaron consignas o discursos. No hay ejemplos de consignas o sloganes o discursos en términos de  “amplificación” ni de “extensión” ni de “transformación”.  El slogan “Ni shopping ni subestación eléctrica cancerígena” aparece suelto y no está analizado. La referencia al cáncer indudablemente apela a un mecanismo de puente, pero la mención al shopping puede estar involucrando un marco de “transformación” (¿contra el consumismo?). Habría que analizar con más detalle el discurso de esta asamblea.

viernes, 31 de octubre de 2014

Texto de Apoyo y TP


TEXTO DE APOYO TEXTOS DE TARROW, OFFE Y AMPARAN

Los textos de Offe y  Tarrow son dos de las contribuciones más influyentes para el estudio de los movimientos sociales en los países de capitalismo avanzado. En el caso de Offe tratando de explicar la especificidad de los “nuevos movimientos sociales” (NMS: feminismo, ecologismo, pacifismo, contracultura) de cara a la crisis del estado de bienestar keynesiano (EBK) y al sistema político basado en el dispositivo electoral y los partidos políticos electoralistas. Offe es el primero en conceptualizar de modo categórico procesos como la “mercantilización de la política” entendida como conquista del voto, y sus relaciones con la “politización de la economía” exigida por la colusión entre el EBK y los grandes monopolios privados. De manera diagonal los NMS buscan meter una cuña entre ambos procesos en tanto “politización de la sociedad civil” que se hace a expensas del estado y los partidos políticos y se opone a las consecuencias de la mercantilización y del imperio de los monopolios. Así los NMS introducen una ruptura respecto de un principio fundamental de la política democrática desde la Rev. Francesa: la separación de lo público y lo privado. La politización de la vida privada es un leit motive de todos estos movimientos. “Lo personal es político” proclamaban las feministas. Las formas de vivir, sentir, etc. son objeto de las acciones y discursos de los NMS que no se preocupan de los conflictos de primer orden relativos a la distribución, la seguridad, el crecimiento, sino de los conflictos de 2do. Orden que los hacen posibles: contaminación, carrera armamentista, alienación, consumismo que transfieren los costos a la población civil. Otro punto importante señalado por Offe es el de los resultados o rendimientos (exitos substancia, procesal o político) de este tipo de lucha no convencional que ensayan los movimientos y los mecanismos de neutralización que se ensayan desde el poder político (vaciamiento y cooptación).

"El poder en movimiento" es un texto clásico de la sociología contemporánea de los movimientos sociales. Muy influído por los trabajos históricos de Tilly, Tarrow intenta una sistematización del enfoque de la movilización de recursos. Comienza rescatando los aportes del marxismo: Marx por lo insoslayable del conflicto estructural; Lenin por el papel de la organización y su combate a las concepciones espontaneístas; y Gramsci por la necesidad de un marco de significados y sentidos que aglutinen, permitan pesuadir audiencias y sumarlas a la lucha. Según el planteo de Tarrow los movimientos sociales son formaciones colectivas no convencionales que pretenden llevar adelante luchas mediante la movilización de recursos externos preexistentes y mediante la movilización del consenso de sectores amplios de la población hacia determinadas demandas de transformación.

Este patrón de movilización social y cognitivo da lugar a lo que se llama repertorio modular de la acción colectiva en la modernidad (petición pública, general, indirecta, interpelando sectores sociales o estados y no personas, boicots, petitorios, mitines, barricadas) que se diferencia claramente del repertorio convencional premoderno (motines de granos, la petición privada, revueltas campesinas, religiosas, etc.).

Uno de los aportes más importantes es el Cap. 6 sobre los elementos analíticos de la acción colectiva desafiante. Estos se pueden ordenar por pares que entran en relaciones contradictorias entre sí lo que le da al análisis un interesante dinamismo.

El primer elemento es el desafío: toda acción no convencional de carácter contencioso tiene la pretensión de desafiar a los poderes superiores. Estas acciones ponen en cuestión de maneras más o menos indirectas dicho poder.

Para inquietar al poder se usan dosis no de violencia directa sino de amenaza o insinuación de violencia que podría generalizarse. Este tipo de violencia gestual es un arte de manejo difícil que busca no dejar pretextos para la represión y que busca sobre todo preservar la llegada del mensaje de los movilizados a otros sectores sociales más amplios.

Pero para ello deben arriesgar otro elemento importante de los movimientos: la solidaridad. Si los desafíos son muy manifiestos, los públicos que deben ser conquistados (“movilizar el consenso”) para fortalecer la lucha pueden retraerse o colocarse en contra de los movilizados. Sin solidaridades masivas los movimientos tienden a ser derrotados. El leit motive de los movimientos sociales es conseguir la movilización del consenso. Para ello la administración homoeopática de la violencia y los gestos de amenaza y generalización en la movilización, debe producir un efecto fundamental para el éxito: la incertidumbre. Las formas esquivas, indirectas de administración del desafío y la violencia constituyen “formas disruptivas” mediante las cuales las elites quedan maniatadas: todo lo que hagan es peor; si reprimen es peor y si negocian también es peor. Los efectos disruptivos son perseguidos a través de unas tácticas de innovación en los repertorios, se toma un repertorio ya lo suficientemente aceptado como para que no sea aislable y reprimible y se le hacen modificaciones de las que se espera aumente su potencial desafiante y surjan los efectos de incertidumbre.  Todo movimiento social debe enfrentar los dilemas de la acción colectiva: si quiere generar incertidumbre, amenazar con ampliar apoyos, con radicalizar sus capacidades de perturbación del orden público, suscitar amplia solidaridad y aislar a los oponentes, extender en el tiempo y el espacio la confrontación, etc. debe sacrificar en medidas exactas el recurso a los repertorios convencionales de lucha, evitar elevar los niveles de desafío que pongan en riesgo los niveles de solidaridad y cohesión alcanzados, innovar e introducir elementos disruptivos sin generar deserciones ni desconfianza, etc. Mahatma Gandhi y Martin Luther King han sido los maestros precursores de este tipo de lucha que tiñe hoy día al conjunto de los movimientos sociales. Otro autor, Cohen, ha denominado “principio del radicalismo autolimitante” a este tipo de posturas estratégicas que incluso pueden verse también en las luchas del zapatismo mexicano.

La incerteza acerca si el apoyo que la sociedad brinda al movimiento es alta o baja, de si las elites son capaces o no de reprimir y si reprimen la violencia y la movilización serán mayores, y si no reprimen y negocian el movimiento crecerá, etc. es el alimento político que hace crecer los movimientos. Esto es importante, porque ningún movimiento social busca una victoria mediante un acontecimiento decisivo de rendición de sus oponentes, sino una lucha de desgaste donde el éxito en alcanzar las reivindicaciones “cae de maduro” en algún momento por la movilización del consenso.

Otro patrón específico de la dinámica de lucha mediante la acción colectiva disruptiva es evitar la polarización del conflicto y el aislamiento. Un conflicto muy agudo que no permita movilizar consensos más amplios tiende a hacer valer los mayores recursos de poder de los dominantes. Si se pierde la potencial solidaridad de conjuntos sociales amplios con los movilizados, estos llevarán las de perder. La radicalización y la violencia suelen conllevar estos riesgos: aislamiento  y predecibilidad que impide alcanzar el efecto de incertidumbre.

Finalmente, es necesario entender esta dinámica para caracterizar los ciclos de protesta: los movimientos suelen activarse y desactivarse cíclicamente y masivamente. El fenómeno de superposición de movilización/desmovilización de grupos que no tienen mucho que ver entre sí (ciclo ascendente/ descendente) obedece a que las movilizaciones de unos grupos pueden generar oportunidades favorables para otros grupos. La multiplicidad de movilizaciones tiene un típico efecto de indertidumbre. Pero al mismo tiempo que las movilizaciones se multiplican y repiten, agotando su arsenal innovador, se van convencionalizando y con ello va reduciéndose su potencial disruptivo, por lo que sus efectos son decrecientes. Cuando ello ocurre en algún momento comienza a desincentivarse la solidaridad o la capacidad de movilizar y el ciclo se revierte. En definitiva como en tantas otras cosas también el éxito de los movimientos que lleva a convencionalizar el repertorio de acción y generalizar la solidaridad, explica a la postre su ocaso.

Por último, pero no menos importante, el texto de Amparán ofrece una versión sucinta de uno de los desarrollos más sofisticados de la teoría de la acción colectiva como “movilización del consenso”: la teoría de los marcos interpretativos.

El Marco es el conjunto de creencias y significados orientados a la acción y alude al papel de elementos culturales e ideológicos en los fenómenos de transformación de la acción colectiva a movimiento social. Es decir, a qué elementos de los sistemas cognitivos y culturales apelan los movilizados para conquistar el consenso de audiencias y públicos masivos y movilizarlo. El análisis de procesos de enmarcado entonces apunta a la lucha en torno a la definición de problemas, soluciones y acciones estratégicas que proponen los movimientos con el cual buscan “persuadir” o moldear las formas de percepción social sobre determinados asuntos.

Las funciones de los enmarcados que proponen los MS son: a) puntualizan, señalan, ordenan, captan, descifran; b) atribuyen, imputan, acentúan, direccionan, conciben salidas o metas; c) articulan, unifican acciones y experiencias. Es decir condensan y simplifican “el mundo que está ahí”.

Los movilizados pugnan por el “Alineamiento de Marcos” con los grupos, o audiencias que les interesan conquistar. El alineamiento son los esfuerzos de acercar, sintonizar o poner en correspondencia y congruencia ideas, valores, creencias, intereses, definiciones de situación de los MS y sus impulsores con los de un grupo o conjunto de individuos “potenciales” militantes, simpatizantes o apoyos.

Hay 4 procesos de alineamiento de acuerdo a la distancia inicial entre los marcos de los movilizados y los marcos de los destinatarios.

a)      Puente: enlaces o conexiones entre dos marcos altamente congruentes pero hasta ese momento separados. Apela a un inmediato compartir de injusticias o agravios. Sensibilización y reacción inmediata que permite métodos de difusión masivos y con elevado anonimato: redes, correo, firmas, listas.
b)      Amplificación: resaltar o sobrecargar importancia de valores o creencias ya instaladas. Alterar jerarquías o prioridades de públicos destinatarios: - de valores (olvidados, o reprimidos). Persigue la concientización; - de creencias claves interpeladas mediante slogans: de gravedad, de causalidad, de estereotipos de adversarios, de posibilidad de cambio, de necesidad y conveniencia de la movilización de protesta. Persiguen “optimismo” y “esquematización” o “sencillez” de comprensión.
c)      Extensión: cuando hay desacople o distancia entre los movimientos y los públicos destinatarios, nuevos públicos a los que se quiere sumar, etc. se apela a ideas, intereses, motivos secundarios para el movimiento pero importantes para los potenciales adherentes. Introduce temas “gancho”.
d)     Transformación: cambio o resignificación, innovación cognitiva, relectura y reinterpretación de la realidad. Sobre todo superar el paso de “lo aceptado como normal” al “rechazo por injusticia”. Atribuciones causales, culpables, enemigos.

Todas estas operaciones de alineamiento se hacen en torno a tres tipos de contenidos de los marcos.

a)Diagnóstico: define problema, injusticia, agravio;
b) Pronóstico: anticipa consecuencias favorables de la intervención;
c) Motivación: alicientes, esperanzas y satisfacciones, aliento a la acción, la protesta, la organización y la lucha.  Este último es muy importante y parte del principio de la insuficiencia de la justificación intelectual como única motivación para la acción, que incluso puede entorpecer si se aleja de los esquemas cognitivos del público.

A su vez, la eficacia de los Marcos se mide por la “resonancia” que alude a la receptividad y apropiación de los destinatarios. Depende de tres factores.

a) Credibilidad empírica (evidencia y argumentación accesible);
b) Conmensurabilidad de la experiencia (depende a su vez del grado de afectación o lejanía con los problemas definidos);
c) Fidelidad narrativa a una herencia cultural compartida. En este punto se ve la importancia gramsciana del sentido común, tradiciones, folclore, creencias y sentir populares.


En mi texto (Artículo Gómez Enmarcamientos clasistas de la protesta) Uds. pueden ver un repaso histórico de las formas de enmarcar la protesta social desde la década del ’90 hasta el conflicto con el campo. Aquí lo que se ve es el contrapunto entre los enmarcamientos propuestos por los medios de comunicación y los que van ensayando los movimientos de bases populares. “Estallidos sociales”/”puebladas”; “piqueteros”/”desocupados”; “clientelismo”/”organización”; e incluso “piqueteros”/”cartoneros”, etc. van desfilando en una dialectica que muchas veces hace concesiones simbólicas y préstamos: el caso de los piqueteros es típico ya que es una identidad atribuida por los medios de comunicación que es retomada e intenta ser resignificada por los medios. Es importante el eje fundamental de todos los enmarcamientos que procuran establecer los medios masivos: la privación de agencia de las clases populares, especialmente de capacidad de agencia política. Las clases populares son investidas de legitimidad en tanto sujetos de necesidad, y en algunos casos de derecho, pero nunca como sujetos de voluntad política. Siempre tienen que aparecer como manipulados, engañados, sojuzgados, cautivos, etc. Siempre tiene que crearse el espacio simbólico para que alguien los ilustre, los libere, los redima, etc.

TRABAJO PRACTICO

Elija por lo menos dos textos. Cualquiera de las consignas puede reemplazarse por un intento de aplicación  de los conceptos (especialmente en Tarrow y Amparán) a sus respectivos temas de trabajo final.

TEXTO OFFE: Elija una de estas consignas.

1) Si uno intentara trazar un paralelo entre el Estado de Bienestar Keynesiano (EBK) y el peronismo en la Argentina ¿resultan aplicables los análisis de Offe respecto de la “desmercantilización del interés de clase” y la “progresiva ciudadanización” de la clase obrera?

2) ¿Coincide el marco valorativo de los NMS con los nuestros? escasez-interés-distribución VS identidad-alienación-autonomía.

3) Enumere los tipos de logros que analiza Offe (actitudinales, institucionales, etc.) e intente ejemplificar con logros de Piqueteros, Fabricas Recuperadas y Asambleas.

4) Offe detalla dos tipos de respuestas estratégicas del Estado a los Movimientos: vaciamiento y cooptación. Analice según esto el caso argentino.


TEXTO TARROW

Elija una.

a) ¿Cómo puede analizarse la relación entre desafío, solidaridad e incertidumbre en el movimiento piquetero?

b) ¿Cómo analizaría el elemento disruptivo y el papel de la violencia en las acciones de los sectores agrarios en el conflicto por las retenciones móviles del 2008?

c) ¿Cómo analizar el "escrache" a los políticos y funcionarios que se generalizó durante el año 2002 según el esquema de Tarrow?

d) En su tema de monografía ¿cómo podrían pensarse las cuestiones de convención/desafío/disrupción/ incertidumbre?

AMPARAN Y GOMEZ

Elija una.

a) Busque un ejemplo por cada uno de estos procesos de alineamiento de marcos: puente, ampliación, extensión y transformación.

b) Seleccione un Mov. Social y piense qué marcos de diagnóstico, pronóstico, y motivación construyeron.

c) La eficacia de los marcos, su resonancia política y cultural, depende de tres cosas: credibilidad empírica, conmensurabilidad con la experiencia de los convocados y fidelidad narrativa o cultural. Seleccione un caso de mov. Social contemporáneo exitoso y caracterice cómo han logrado cada una de estas tres cosas.

d) En su tema de monografía cómo podrían analizarse los discursos, slógans y consignas de los movimientos desde el punto de vista de la teoría de los marcos.

viernes, 17 de octubre de 2014

DEVOLUCION TP 3A

Camila Matrero plantea en términos de Bourdieu la apuesta tradicional de la clase media a la educación. Sin embargo la pregunta por las capacidades estructurales y organizativas apuntaba al texto de E. O. Wright  sobre lucha de clases. Por ejemplo, la evidente pérdida de protagonismo social y político del movimiento estudiantil universitario y sus divisiones internas muestra una merma de la capacidad organizativa aunque haya una increíble cantidad de casi 2 millones de estudiantes (elemento del orden de la capacidad estructural). En cambio, algunos colegios profesionales han incrementado enormemente su poder y protagonismo institucional: colegiaturas de abogados y jueces, sindicatos docentes, de la salud, son ejemplos de incrementos de capacidades organizativas.
Tambien hay un error en la respuesta a la pregunta sobre “la clase de servicios” que se refiere al concepto de Goldthorpe que no tiene nada que ver con “el sector terciario” de la economía. Camila, hay que leer el texto que es importante para interpretar los cambios en la estructura de clase del capitalismo contermporáneo.

Laura Arancio plantea de manera excelente la relación entre capacidades organizativas expresadas por las clases medias en el 8N y la reproducción de la estructura de clases a partir del reclamo de ahorro en dólares. También es importante la acotación de que no son las estructuras políticas y sindicales las que canalizan sino redes sociales y sentidos de “comunidad”, aunque esto último es algo difuso. Es atinada la observación de sectores de clases medias vinculadas al capital educativo y cultural: científicos, artistas, como mayoritariamente alineados en posiciones contrarias a las primeras y mas proclives a las políticas de intervención estatal y redistribución.  Es claro que clubes del trueque, grupos de ahorristas estafados y habría que agregar las asambleas barriales, significaron importantes desarrollos de capacidades organizativas aunque en su mayoría no fueron sostenibles en el tiempo.
Respecto de la clase de servicios es nítido el señalamiento de los sectores que se vieron beneficiados por las políticas neoliberales en los ’90 y es buena la observación que a partir de los procesos reindustrializadores de la última década también hay segmentos técnicos gerenciales tanto estatales como privados.  Pero el texto de Goldthorpe sirve para ver la distancia que hay entre el capitalismo central y el periférico: acá la estabilidad en el empleo que es esencial a la clase de servicios no se verificó en la crisis del 2001/2002 en donde las empresas desvincularon a buena parte de sus staff  jerárquico. Otra de las características que no parecen cumplirse es la autonomía experta de las decisiones: en empresas todavía fuertemente centralizadas en propietarios y familias, los cuadros administrativos tienen importantes niveles de subordinación y en las trasnacionales ocurre lo mismo respecto de la autoridad de las casas matrices.

Maximiliano Desmarás plantea una pregunta muy perspicaz si los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información no son solamente el soporte de capacidades organizativas a través de redes sociales sino también capacidades estructurales. Digno de debatirse. En principio aumenta las capacidades estructurales por el solo hecho de que genera mucho empleo profesionalizado y técnico directa e indirectamente.
Respecto a Goldthorpe y la clase de servicio con sus orientaciones políticas es excelente el ejemplo de la creciente participación de agentes de grandes empresas en diversas ONG’s (como Un Techo para mi País o Coca Cola) que no cuestionan las bases últimas de la desigualdad social en el sistema capitalista.

Mauro Rossetto aborda la segmentación de las clases medias en los ’90 entre una clase media “competitiva” integrada al  mundo globalizado,etc y una clase media precarizada y vulnerabilizada. Esto evidentemente diferencia las capacidades estructurales pero sería bueno ver qué pasó con las organizativas en cada uno de estos segmentos de ganadores y perdedores. Excelentes las consideraciones sobre la clase de servicios en Goldthorpe y su posible existencia en la Argentina. Es crucial que en sus orígenes europeos en los estados de bienestar la clase de servicios permitió movilidad ascendente desde los trabajadores manuales a partir del acceso a la educación y el aumento de las calificaciones laborales,sobre todo inter generacionalmente, cosa que los estudios de movilidad acá no suelen mostrar. También habría que ver si los “beneficios prospectivos” de esta clase están vigentes en nuestro país donde la desestabilización de los empleos es una estrategia muy común en las empresas incluso para el personal jerárquico.

Pablo Mattera sostiene acertadamente que la fragmentación de la clase media ha generado capacidades estructurales diferenciales dentro de la misma y en paralelo capacidades organizativas de perfiles opuestos: los ganadores en torno a la corporativización del estatus por la educación y los títulos y los perdedores asimilados a la acción gremial. Faltaría una referencia a los fenómenos de los movimientos de bases en clases medias urbanas con la crisis del 2001.
Respecto de la clase de servicios es buenísima la apreciación de  que quedaría por investigar si, la clase de servicios todavía se encuentra en formación, o más bien se han cerrado los canales de ascenso hacia ella en la Argentina. Señala muy bien que la aplicabilidad de este concepto para entender ciertas acciones colectivas que han mantenido posiciones conservadoras, ligadas a intereses de grandes empresas o sectores concentrados, a pesar de ser en gran parte un sector asalariado.Habría que agregar como señaló Laura Arancio hay que contemplar en la última década el surgimiento de una posible clase de servicios en el estado que acompaña la intervención y regulación de los mercados.

Guido Turdera se aparta de la consigna de todos los demás centrada en clases medias y de servicios y se adentra en la importante cuestión del papel de la lucha de clases y los mecanismos de mediación y transformación. Así  podemos poner en cuestión la acción de diversos movimientos sociales “que han puesto en pugna el equilibrio productivo a lo largo de la historia”. Es muy buena la frase que genera la pregunta acerca de cómo los movimientos pueden llegar a afectar las condiciones de equilibrio en las relaciones de producción y con lucidez agrega que la violencia represiva extrema de los años 70 obedece al temor de las clases dominantes acerca exactamente esta cuestión. Podría agregar yo: también los efectos transformadores sobre el estado y las políticas estatales pueden modificar los equilibrios productivos estructurales.
Guido señala que la clase de servicios en nuestro país está muy sujeta a vaivenes del ciclo económico y político y que el peso de las organizaciones sindicales sigue siendo preeminente.
Carina Ricciardelli analiza los vaivenes históricos de las clases medias respecto de sus alianzas o posicionamientos respecto de las clases dominantes y subalternas, pero no avanza en especificar la cuestión de las capacidades de clase, es decir en términos de O. Wright, cómo incrementó sus posibilidades de alcanzar sus intereses?. Sin embargo, la omisión tiene una implicancia profunda que nos hace regresar a Marx y el campesinados parcelario: las clases medias tienen dificultades serias para luchar con sus propias capacidades y tienden guarecerse o delegar en otros. Por ello, que los posicionamientos de clase media pueden estar limitados a buscar cobijo en alianzas con otros sectores en vez de desarrollar capacidades colectivas propias. Sus orientaciones básicas tienden a la movilidad personal sobre la base a tomas de posición, inversión y conversiones en capital educativo, cultural y económico laboral.
Carina hace un excelente raconto de la evolución de las condiciones sociales de la clase media desde comienzos del siglo pasado sobre la base de un texto de de Riz que me gustaría ver porque no lo conozco (si lo tenes llevamelo a la proxima clase que me gustaria verlo). Solamente podría agregar la cuestiòn de las urbanizaciones privadas de los 90 y el cambio de las pautas de consumo exclusivistas de los ganadores del modelo neoliberal que significó una renuncia de la clase media a ocupar la centralidad visible del espacio público y su intento de privatización de la vida junto a las clases altas. Esto tuvo consecuencias políticas sobre todo a la hora del recrudecimiento del conflicto social desde mediados de los 90 con las puebladas: la imagen de la sociedad argentina necesariamente se "plebeyizó"  y las clases medias dejaron de ser interpeladas de manera preferente por los actores políticos y sociales movilizados. A su vez las mismas clases medias  perjudicadas o perdedoras tendieron a mimetizarse con las clases populares movilizadas al menos hasta el gobierno de N. Kirchner. Quizàs con Blumberg y la 125 volvieron a cobrar protagonismo movilizador con perfil propio.


lunes, 29 de septiembre de 2014

Texto de apoyo y TP Unidad 3 parte A

Comenzamos en esta unidad con una serie de textos centrales para el pensamiento contemporáneao sobre las clases, que pueden brindar diversas herramientas conceptuales para analizar los procesos de movilización y lucha y se sugiere que sean tenidos en cuenta para el diseño y el análisis de los casos que Uds. van a abordar en sus trabajos finales. 

Los textos de Giddens y Crompton señalan el conjunto de limitaciones con que se topan los planteos clásicos herederos de Weber y Marx en la evolución de los capitalismos avanzados, sobre todo a partir de los años ’60. En mi texto "Las muertes del concepto de clase" (Gomez, 2014) se resumen los factores epistemológicos, filosóficos e históricos que atentan contra la vigencia y vitalidad del análisis de clases. Las tendencias a la despolarización de la estructura de clases, el crecimiento de los sectores de servicios y del trabajo no manual, el abandono del trabajo como fuente de identidad y de pertenencia colectiva, las orientaciones culturales consumistas e individualistas, la incidencia de diferenciaciones raciales y de género, el surgimiento de actores políticos transclasistas (ecologistas, pacifistas), el desclasamiento del voto (apoyo electoral de clases obreras a conservadores), etc. pueden resumirse en tres grandes procesos que debilitan el análisis de clase: el “pos industrialismo”, el “pos fordismo” y el “pos modernismo”.

El esquema giddensiano que apela a los procesos de estructuración de clase puede decirse que constituyeron el último gran esfuerzo de enfrentar estos problemas con las herramientas legadas por los clásicos. La solución de Giddens es simplemente pensar las clases como capas de determinaciones sociales que empiezan por el mercado de trabajo (estructura de clase), siguen en los factores comunitarios y demográficos (formación de clase) y terminan en aspectos de status y prestigio, sentidos de pertenencia e identidad (conciencia de clase), desde los cuales se podría entender el papel de la lucha de clases. Giddens hace un verdadero melting pot que mezcla todo y así multiplica las dificultades más que subsanarlas.
Los enfoques contemporáneos que parten de Olin Wright y Bourdieu (ambos tienen antecedentes en Poulantzas el primero y en Norbert Elías el segundo) comienzan a modificar o abandonar de manera ostensible los parámetros de la tradición marxiana y weberiana y en este sentido podría decirse que inauguran una etapa posclásica.

O. Wright avanza en un modelo de determinación global que categoriza las relaciones entre estructuras económicas y políticas con la lucha de clases. Podríamos decir que los aportes sustantivos a este respecto son dos: 1) lejos de la tradición clásica, la lucha de clases no se deriva del mercado o las relaciones de producción, sino que establece una serie de relaciones de limitación y transformación. La lucha de clases no permanece como efecto exterior a la estructura sino que es la forma misma del proceso de transformación de la estructura. El “secretillo” del esquema de O. Wright es que si la estructura económica puede establecer un límite de compatibilidad funcional a otras estructuras, no puede establecerlo sobre la lucha de clases. La lucha de clases está limitada por las estructuras pero solo en términos de lo que no puede ocurrir, lo que no es posible, siendo “libre” frente a las estructuras, es decir puede transformarlas.  Las estructuras sin dudas introducen limitaciones a la lucha de clases pero no al punto de que la lucha de clases no pueda incidir sobre las mismas estructuras que la limitan. En este planteo la lucha de clases recupera un poder transformador sobre las estructuras que dejan de ser las tiranas teóricas del enfoque clasista.
2) Además las relaciones de limitación (que en los planteos clásicos era la única reconocida) entran en no correspondencia con los de reproducción. Una estructura económica puede establecer límites de variabilidad a las estructuras políticas y la lucha de clases pero ello no garantiza que las intervenciones políticas y la lucha de clases asuman un papel no reproductivo y de mediación o transformación de las mismas estructuras.

El otro de los aportes rupturistas en lo teórico de este autor es la idea extraordinaria de que las clases medias tienen posiciones estructuralmente ambiguas o contradictorias pero no por ello dejan de ser clases. Las clases medias no pertenecen a un modo sino que cruzan dos modos de producción: el mercantil simple y el capitalista.  Asimismo es importante el análisis de los tres procesos contemporáneos que inciden en los procesos de establecer fronteras de clase entre las clases medias: la pérdida de control en el proceso de trabajo, la diferenciación de funciones del capital entre propiedad y gestión, y las jerarquías de autoridad y las formas de control técnico impersonal.

También es novedoso el planteo de diferenciar interés de clase y capacidades de clase (estructurales y organizativas), abriendo conceptualmente la cuestión del proceso de formación de clase que, a su vez, es objeto mismo de la lucha de clases. Es decir, siembra las bases de la politización y deseconomización de la lucha de clases: las mismas  capacidades de clase no son derivaciones directas de la posición económica de clase sino que son objeto y producto  de la lucha de clase misma.
También es importante la discusión sobre el concepto de explotación, que es un tradicional pilar de las teorías clásicas. Aquí se ve algo poco señalado: la explotación supone niveles de dependencia recíproca entre explotador y explotado, a diferencia de las relaciones de opresión. Es clásico el planteo de Wright en tanto que clase se sigue refiriendo a relaciones de explotación y no de opresión pero, no obstante, las relaciones de dominación de clase (regulan el nivel de esta interdependencia o reciprocidad) son importantes aunque subordinadas a la explotación.

También son aportes muy sugestivos la manera de caracterizar el poder de clase como en tres dimensiones situacional, institucional o sistémico.  Sintéticamente el primero es el poder de dar órdenes a los actores para que actúen de determinada manera (poder positivo), el segundo es el poder de excluir o quitar de la agenda, de la consideración, determinadas acciones (poder negativo) y el tercero es lograr que las reglas de juego que destribuyen posibilidades de ejercer los otros dos tipos de poder sean sesgadas a favor de la propia clase. Este tipo de poder sistémico es en cierto punto invisible y controla lo que es pensable políticamente para las posiciones de clase subordinadas. Las luchas de clase siempre son tridimensionales y afectan estas tres dimensiones con dominancias cambiantes: hay una lucha liberal/ “progresista”/”populista”  el poder positivo, una lucha reformista/conservadora por el poder institucional y una revolucionaria/reaccionaria por el poder sistémico.
No es menos novedoso el planteo de P. Bourdieu en el Cap. 2 de ese clásico de la sociología de la cultura que es La Distinción. Allí se establecen con gran fuerza los conceptos analíticos del “espacio social”, es decir, el locus sobre el que se hacen inteligibles las clases sociales. En este capítulo Bourdieu desarrolla una teoría de las clases sociales sobre las nociones de habitus, campo y especies de capital que intenta superar las limitaciones metodológicas y analíticas de los planteos empiristas, marxistas, etc. El procedimiento constructivo adoptado asume la forma de una topografía móvil o de mapa dinámico en el que se intersectan los planos sincrónicos estucturales y diacrónicos tendenciales.

La problemática de las clases es definida como aquella búsqueda de explicación de distribuciones de bienes y prácticas, aclarando dos cosas: a) que los  bienes no son objetividades dadas sino que se inscriben en usos sociales asociados a estilos de vida, donde los productos son también productos de las disposiciones de los agentes (formas de percepción, acción y apreciación) ; y b) las prácticas no son puras elecciones voluntarias y concientes indeterminadas sino que deben ser comprendidas no como simples efectos mecánicos de la posesión de capital objetivado social y económico, sino también como estructuradas a través de habitus (capital incorporado) y en relación a las fuerzas y tensiones que atraviesan los campos específicos en donde se ponen en juego. No solamente las condiciones homogéneas de existencia, sino también las disposiciones incorporadas en los agentes explican la similitud de prácticas.  Además, los mecanismos de acceso a las posiciones de clase seleccionan en múltiples formas visibles o enmascaradas según criterios de evaluación de disposiciones muchas veces “secundarias” . La dialéctica entre la posesión y la disposición es el dispositivo teórico mediante el cual Bourdieu intenta develar la eficacia “objetiva” de las clases sociales.
La causalidad propia de la determinación clasista asume una forma “estructural” y no “lineal” que obliga a indagar cómo cada factor (edad, sexo, residencia, etc.) y tipo de capital es mediado por los otros.  Así Bourdieu presenta un espacio social de constitución de clases, construido en dos dimensiones de tres series: volumen, estructura (composición por tipo) y evolución del capital; y capital económico, social y cultural. Estos espacios ofrecen relaciones variables de congruencia y simetría. Desde grupos que comparten altos volúmenes de todos los tipos de capital y son fundamentalmente estables en su composición y permanencia futura, y otros grupos que ofrecen disparidades notables y fuertes inestabilidades. Diversas fracciones de la pequeño burguesía son ejemplos de estos últimos. La evidencia empírica muestra que dentro de diversas clases y fracciones existe una relación inversa entre capital económico y capital escolar y cultural. Las burguesía en sus fracciones superiores se independiza de las exigencias de la adquisición de capital cultural, y en cambio la pequeña burguesía y los profesionales depositan en él su esperanza de sostenimiento y ascenso social.

La contribución más rica del texto es la que analiza las trayectorias, el dinamismo de los campos considerados y las estrategias de los agentes. Todos los grupos tienden a una doble  lucha: para mantener y acrecentar el valor de la especie mayoritaria de capital propio, y por la prevalencia de los criterios de valorización más favorables a ellos en cada campo.  Este es un cuarto tipo de capital: el capital simbólico que viene anexo a todas las otras formas de capital.  Hay que luchar por la distribución de cada forma de capital y también por la vigencia, el reconocimiento por parte del resto de los agentes y la legitimidad del propio valor del capital apropiado.  
Una de las estrategias de los agentes es la movilidad de capital que puede ser vertical cuando es ascenso/descenso dentro del mismo tipo de capital. Pero las más interesantes son  las que implican un desplazamiento transversal, es decir, entre campos distintos que obliga a establecer una reconversión de valor entre el capital poseído y el capital que se adquiere con él. Es en este sentido que juega la idea de “inversión” como apuesta a un juego de valorizaciones. A ello lo llama procesos de “conversión” y son cruciales a la hora de entender las luchas en el espacio social: los agentes tienen estrategias de “apuesta” a ganar espacios en diversos campos mediante la conversión de un tipo de capital en otro.

En este esquema explicativo, el autor estudia uno de los fenómenos más interesantes del campo cultural: la superproducción de títulos, la democratización de la enseñanza superior y la devaluación del capital cultural escolarizado.
Las estrategias de aumento del capital escolar, aumentando la inversión económica de las familias en educación, chocan con el efecto de pérdida de valor de mercado de los mismos títulos alcanzados. Bourdieu describe el efecto de alodoxia como un autoengaño que retrasa la percepción real del valor objetivo de los títulos, ya que los habitus incorporados siguen aplicando formas de apreciación ancladas en su tiempo de adquisición y no en la situación de mercado actual. Es por ello que la expansión de la distribución de capital cultural escolar se acompaña de una “generación engañada” que no puede alcanzar las expectativas prometidas asociadas a su inversión en esta especie de capital, dando lugar a procesos de desclasamiento o al riesgo de de desviarse por debajo de las trayectorias esperadas. Los sectores de la pequeño burguesía son particularmente sensibles a estas amenazas y ante ellas ponen en práctica estrategias de movilización no solo de su capital social, sino también de búsquedas de posiciones accesibles y acomodamientos que redefinen profesiones y puestos de trabajo. Así, los campos laborales más nuevos, más dipersos y menos codificados dan oportunidades a una gama variada y flexible de empleos semiburgueses vinculados a los servicios personales, medios de comunicación, entretenimiento, cultura y a todas las formas novedosas de ejercicio de la dominación suave y la integración simbólica de las clases subordinadas. 

Los procesos de devaluación de títulos generalmente adoptan la forma invisible e insensible y suave que maximiza el efecto de alodoxia multiplicando los errores de apreciación que no tardan en convertirse en crisis personales. Las transformaciones del campo escolar apelan a tres mecanismos de filtrado de las estrategias de ascenso de estos sectores: eliminación suave o rezago progresivo, relegamiento a circuitos educativos explícitamente desvalorizados, y devaluación del valor del título. Si todo esto no fuera suficiente siempre quedan los mecanismos de exclusión, discriminación, selección, cupos, patronazgo, etc. con el que  se preservan espacios y monopolios de oportunidades.
Las estrategias de los grupos y las respuestas de los que disputan con ellos van generando efectos de deformación de la estructura o de traslación de estructuras por la cual las distancias jerárquicas entre posiciones se mantienen no a pesar, sino justamente en virtud de los cambios en las acciones y disposiciones de los grupos. Las propiedades ordinales de los campos se conservan mediante cambios en sus propiedades cardinales (posicionales), concluirá Bourdieu que, sin embargo, termina alentando expectativas de cambios estructurales por los efectos de una crisis de frustración de expectativas generalizadas.

El indudable defecto de la gigantesca contribución de Bourdieu es su omisión a la lucha y el conflicto. Si bien él las considera conceptualmente en la dimensión analítica de la “historia” del campo en particular, en sus investigaciones empíricas brillan por su ausencia y los campos aparecen como espacios sociales rígidos y carentes de tensión. No obstante, los conceptos de Bourdieu son casi insustituibles a la hora de pensar un análisis de la lucha desde una perspectiva clasista.
Por último tenemos los textos de Gouldner y Goldthorpe como dos de los principales teóricos de la emergencia de la clase media.  El primero tributario de las teorías del posindustrialismo y la tecnoestructura directamente tiende a considerar a las clases medias como los verdaderos soportes de la sociedad contemporánea y en fuerte disputa con las viejas clases propietarias. Aunque en muchos sentidos este planteo haya envejecido notablemente (la concentración de ingresos y propiedad en el capitalismo global actual refuta claramente sus análisis) no deja de llamar a la reflexión algunos de sus señalamientos históricos. Considero que el Codigo de Discurso Crítico sigue siendo un lenguaje  universal de las clases medias basadas en el saber y la competencia técnica y humanística.  Además también tiene considerable asidero histórico que el papel de las clases medias en los procesos de cambio social ha sido siempre importante.

Goldthorpe es un analista de la estructura de clases en el primer mundo y sus hallazgos empíricos hacia finales de los ’80 llevaron a posar la atención en el fenómeno llamado de las “clases de servicios” caracterizadas por evadir algunas de los rasgos propios de las relaciones laborales de asalariados. A la manera de una “incrustación” estamental en el medio de las organizaciones corporativas económicas más modernas, las clases de servicios (gerentes, desarrolladores, técnicos expertos,  etc.) se caracterizan por elevados grados de autonomía en el trabajo, fuertes identidades y sentidos de pertenencia profesionales, bajo compromiso con las organizaciones, son beneficiarios de relaciones de confianza por parte de los propietarios y accionistas, y también tienen expectativas de seguridad y estímulos diferenciales o expectativas de “privilegios” prospectivos (carrera profesional o ejecutiva, muchas veces honorarios en vez de salario, etc.). Los señalamientos de que estos sectores tienen un amplio reclutamiento de origen popular (merced a la inversión en capital y credenciales educativas) y que podrían ser la base de cuestionamientos al sistema, sostener orientaciones contraculturales y conductas de radicalismo político, no dejan de ser interesantes ya que hay suficientes estudios que localizan la presencia de este tipo de agentes sociales en los movimientos sociales ecologistas, pacificistas, contraculturales, feministas, etc.  

TRABAJO PRÁCTICO 

Elija una.

1)      Utilice el esquema propuesto por O. Wright acerca de cómo interpretar el papel de la lucha de clases para procesos históricos de Argentina o A. Latina.  ¿Qué tipos de mecanismos de mediación y transformación ejerce o ejerció la lucha de clases en el contexto de Argentina y A. Latina?
2)      ¿Cuáles han sido las capacidades estructurales y organizativas desarrolladas por las clases medias en nuestra historia reciente?

Elija una.
1)      En términos de la terminología de Bourdieu (volumen, tipo de composición de capitales) cómo caracterizaría la evolución de las clases medias en la Argentina desde la dictadura en adelante. ¿Cómo evolucionó el espacio social de clase media?.

2)      ¿Es posible hablar de una clase de servicios en nuestro país? ¿Qué aplicabilidad pueden tener estos conceptos en nuestro contexto?

lunes, 4 de agosto de 2014

Devolución TP Reichmann/Cohen

1-Lauri: efectivamente el texto que se trabaja es “Redes que dan libertad” de Reichmann y Fernández Buey. 2-Miguel Gaztañaga: Es correcto lo que decís; en los años 60’ y hacia sus finales prevaleció el enfoque de comportamiento colectivo de la escuela de Chicago y con la aparición de los nuevos movimientos sociales sesentayochistas este enfoque entra en crisis, el comportamiento de los actores no cuadraba con los esquemas de comportamiento desviado, anómico, fragmentado e irracional. Los movimientos de los 60’ y 70’ no perseguían objetivos económicos, sino valorativos, concretos y articulados con estrategias racionalmente calculadas, era necesario un nuevo enfoque teórico para el análisis de los movimientos sociales. Los nuevos movimientos sociales constituyen un fenómeno racional, en ellos causas, objetivos, movilización y acción están todos vinculados. 3-Guido Turdera: está bien, hablar de organización y racionalidad en el enfoque de la movilización de recursos es necesario para su comprensión. Hay que tener en cuenta que aquí la unidad de análisis no es el movimiento social, sino la acción colectiva entre grupos de intereses opuestos, los individuos que participan en la movilización de recursos están organizados en grupos de solidaridad, la movilización de recursos insiste en la racionalidad instrumental y estratégica de la acción colectiva. Todas las versiones de movilización de recursos analizan la acción en función de la lógica de la interacción estratégica y de los cálculos costo/beneficio. El paradigma orientado hacia la identidad connota el proceso de formación de una identidad, el proceso de creación de identidad ocurre por medio de la interacción colectiva misma, dentro y entre grupos. 4-Alexis Rodriguez: los movimientos sociales son producto y productores de modernidad, son un producto de la sociedad moderna que por su racionalización encajan en el nivel de acción política; la industrialización, la urbanización y la alfabetización exigen nuevas formas de acción política y posibilitan a su vez nuevas formas de la misma. El enfoque de redes es moderno, como decís, en el sentido que remite a grupos fruto de la diferenciación social llevada a cabo durante el desarrollo de la sociedad Industrial. 5-Carina Ricciardelli: Yo agregaría que los teóricos de la movilización de recursos rechazaron el uso de categorías psicologizantes sosteniendo que los actores de los movimientos sociales eran individuos dispersos motivados por alguna tensión social, desde el punto de vista de éstos teóricos lo más significativo fue que demostraron que para movilizar una acción colectiva se requerían formas organizativas y modos de comunicación. Y en el caso del paradigma orientado hacia la identidad, el proceso de identidad es relevante en el sentido que la creación de la identidad misma se da por medio de la interacción colectiva. 6-Mauro Rossetto: Los nuevos movimientos sociales luchan por una sociedad democrática civil, postburguesa y postpatrialcal. La característica de los años 60’ y 80 es la heterogeneidad. Algunas identidades, las cuales tienen formas específicas de organización y lucha dentro de los movimientos contemporáneos son “nuevas”. 7-Maximiliano Desmarás: el término NMS se extendió en teóricos que simpatizaban con movimientos de paz, feminismo, ecología; se duda sin embargo si hay algo nuevo en ellos, sobre la importancia teórica o política que tienen sus innovaciones, tampoco existe acuerdo en relación al significado de movimiento, es decir, a un tipo nuevo de movimiento social, partido político o grupo de interés. Los nuevos movimientos sociales luchan por una sociedad democrática civil, postburguesa y postpatrialcal. 8-Federico Perez: La movilización de recursos no se interesa por cuestiones de identidad pero el paradigma orientado hacia identidad toma como un hecho una sociedad postindustrial cuyas instituciones, formas de acción colectiva y conciencia serían “nuevas”; la identidad en los NMS, ayuda a cristalizar las identidades emergentes, “la nueva identidad” dentro de los movimientos sociales es preferible a la de “NMS”. 9-Pablo Mattera: Para el paradigma de movilización de recursos la unidad de análisis es la acción colectiva y no el movimiento social, la acción colectiva entre grupos de intereses opuestos. En este paradigma los individuos están organizados en grupos de solidaridad, ejemplos: Comunidades parcialmente viables o aún viables o grupos de asociación organizados para fines apartes de la oposición; existencia de intereses colectivos; incentivos sociales y grupos constituidos de conciencia que donan recursos. La movilización de recursos insiste en la racionalidad instrumental y estratégica de la acción colectiva. 10-Laura Arancio: En los años 60’ prevaleció el enfoque del comportamiento colectivo de la escuela de Chicago y hasta fines de los 60’; pero con el surgimiento de los NMS sesentayochistas este enfoque entra en crisis, el comportamiento de los individuos no cerraba con los esquemas de comportamiento desviado, anómico, fragmentado e irracional ¿si eran irracionales cómo explicar la racionalidad estratégica de las nuevas acciones colectivas? Los movimientos de los 60’ y 70’ no perseguían objetivos económicos sino valorativos y articulados con estrategias racionalmente calculadas, era necesario un nuevo enfoque teórico para analizar los movimientos sociales. Por otro lado, todas las versiones de la movilización de recursos analizan tal acción en función de la lógica de la interacción estratégica y de los cálculos costo/beneficio.

lunes, 23 de junio de 2014

Texto de apoyo y TP Unidad 2 B


Pueden consultar este texto de apoyo


Trabajo Práctico Unidad 2 B  (entrega antes del 30/6)

Elija una y solo una. 


1) Desde Milcíades Peña hasta hoy se ha discutido la cuestión de la clase obrera argentina y del peronismo como bonapartismo disciplinador de la clase obrera. ¿En qué medida las políticas sociales, las conquistas laborales y políticas, y los estilos de conducción del peronismo han significado para la clase obrera una traba en su proceso de formación de clase? Utilice las ideas de Przeworski.

2) Un tema de discusión de la última década ha sido la pertenencia o no a la clase obrera de los movimientos territoriales de desocupados o pobres urbanos. ¿Qué respuesta imagina Ud. que darían…Dahrendorf o Parkin;?
3) Durante la década kirchnerista han aparecido de manera arrolladora acciones colectivas desarrolladas por las "clases medias" (movilizaciones por la seguridad de Blúmberg, Conflicto por la resolución 125, y el 13 S, 8N y 18A) ¿con qué conceptos se puede ensayar vincular estos hechos? ¿Con la clase  managerial de Dahrendorf, con el intento de practicar un cierre social de Parkin o con la idea de la insustancialidad de las clases medias en el estructuralismo marxista destinadas a oscilar entre la clase obrera y el capital?

domingo, 8 de junio de 2014

Devolución TP 2 A


1) Sobre el posicionamiento de cada uno frente a la incorporación personal a la lucha colectiva, Camila por ejemplo dice que rechaza las tres opciones pero de hecho claramente no es oportunista, no es kantiana y dice que es importante alcanzar la organización popular y la conciencia para posibilitar la victoria. En el esquema de Elster esto se aproxima mucho a una posición liberal justiciera: uno se suma cuando más allá de la conveniencia personal cree que están dadas las condiciones para que la lucha arroje beneficios aunque sea para la mitad más uno. A Miguel, Guadalupe y a Maximiliano les pasa algo parecido con su respuesta de kantiano con cabeza utilitarista: hay que evaluar las posibilidades reales de éxito antes de sumarse, con ideas solamente no se gana ni se consigue la masividad necesaria para ganar, etc.  Guido plantea algo interesante y en el fondo en abierta oposición a sus compañeros: la acción colectiva puede ser necesario mantenerla aunque las mayorías se vean perjudicadas. En este sentido es claramente kantiano. Karina sin mayores explicaciones dice algo así como que es kantiana y se la banca… “mi defecto es la humildad” decía Groucho, creo. Pablo tiene razón que todos tenemos un poco de los tres y que varía con las circunstancias concretas. También en que el modelo es abstracto y carece de premisas explicativas más allá del sujeto racional.
2 2) Sobre las soluciones al dilema del free rider Camila dice que en la militancia territorial la apelación comunitaria es muy común para evitar el desánimo, pero OJO: la pregunta es cómo los colectivos evitan los aprovechadores, no cómo evitan el desánimo. Es decir, cómo evitan que cualquiera que se vaya a beneficiar con los resultados de la acción lo haga sin aportar ni participar. Es decir, cómo lograr que todos los posibles beneficiarios asuman los costos de la lucha. Quizás hay que releer más Elster y Lichbach. El ejemplo de Miguel de una lucha por la tierra es excelente!!!: cómo los colectivos tienen que trabajar criterios de distribución de beneficios necesariamente relacionados con los costos de la lucha, lo contrario significa favorecer a los que no aportan colectivamente con lo que se genera incentivo a la no participación.  También son buenos los ejemplos de las organizaciones armadas revolucionarias sobre soluciones jerárquicas y soluciones comunitarias de apelar a ideología o valores comunes. En el mismo sentido va Guido con la combinación de criterios jerárquicos y comunitarios para los colectivos territoriales. Maximiliano llama la atención sobre algo importante: cuanto más institucionalizado es un grupo más interviene la solución jerárquica, si no la más frecuente es la comunitaria. Pero obsérvese que la apelación a lo comunitario diferencia de lo planteado por Miguel, donde la expectativa material asociada a la participación en la lucha es necesaria. Las apelaciones comunitarias y jerarquizantes tienden naturalmente a interpelar a la gente como “kantiana” lo cual es un riesgo y un desgaste que no se puede sostener fácilmente en el tiempo, “los estímulos morales” del Che sirven en circunstancias muy puntuales. También es excelente el ejemplo que da Carina sobre FATSINPAT donde se muestra la complejidad que es lograr cooperación para la acción mancomunada.El ejemplo de Pablo de las Asambleas barriales y de incrementar la competencia entre enemigos, francamente no lo entiendo, requiere más explicación.Tampoco entiendo lo de Guadalupe sobre que las empresas dan incentivos de mercado para lograr la participación en la lucha  colectiva???? Acá hay una confusión seguro.

viernes, 6 de junio de 2014

Textos de apoyo para el TP: Reichmann-Fernández Buey y Cohen

La teoría de los nuevos movimientos sociales. Entre la acción instrumental y la identidad, entre lo estratégico y lo expresivo.

Los teóricos de la movilización de recursos comparten los siguientes supuestos: 1) Se debe entender todo movimiento social según un modelo de conflicto de la acción colectiva. 2) No hay diferencia básica entre la acción colectiva institucional y la no institucional. 3) Ambas involucran conflictos de intereses inherentes a las relaciones de poder institucionalizadas. 4) La acción colectiva por parte de los grupos movilizados implica la búsqueda racional de la satisfacción de sus intereses. 5) Los objetivos y las reclamaciones son productos permanentes de las relaciones de poder y no pueden servir de explicación para la formación de movimientos. 6) Esto depende, por el contrario de los cambios de recursos, organización y oportunidades de la acción colectiva. 7) El éxito se evidencia en reconocimiento del grupo como actor político o en el aumento de beneficios materiales. 8) La organización involucra organizaciones formales burocráticas con objetivos específicos.
Así, esta aproximación se opone diametralmente a los modelos tradicionales, los cuales conciben a los movimientos sociales como grupos comprometidos con ideologías específicas y motivados por la conciencia de un grupo de agravios para actuar unitariamente en pos de un cambio. Para el paradigma de la movilización de recursos, la unidad de análisis no es el movimiento social sino la acción colectiva entre grupos de intereses opuestos. El análisis no se efectúa desde una acción que tiene una relación hermenéutica con la ideología o la autoconciencia de los actores colectivos. En vez de eso, torna una perspectiva más propia del organizador pragmático de un movimiento involucrado en los imperativos de una movilización, por un lado, y la visión general de un observador del ambiente político, por el otro. Organización y racionalidad son, pues, los 'términos' característicos de este enfoque al insistir en la racionalidad estratégico-instrumental de la acción colectiva y en la orientación hacia intereses por parte de los actores colectivos. No es accidental que tantos teóricos que han usado este paradigma hayan buscado una respuesta al problema del "viajante gratis" (free rider) formulado por Mancur Olson. Como se sabe Olson ha insistido en que sin incentivos selectivos (posibles beneficios materiales individuales asociados a la participación en la acción colectiva) el individuo racional no contribuirá con recursos ni tiempo a la acción colectiva. Si se parte de la base de un cálculo del interés del individuo sobre los costos o beneficios obtenidos de contribuir a asegurar "bienes colectivos" (beneficios a disposición de todos los miembros del grupo, hayan o no contribuido a la acción colectiva) lo más racional para dicho individuo seria viajar  gratis a bordo del movimiento y dejar que otros miembros trabajen y se sacrifiquen. En otras palabras, la acción colectiva se halla fuera del interés personal racional de la persona común, aun si los intereses individuales y grupales coinciden. Sin incentivos y limitaciones selectivos la acción colectiva se torna imposible o irracional. La respuesta estándar ofrecida por los teóricos de la movilización de recursos es que Olson yerra al asumir que quienes son movilizados a la acción colectiva son individuos desorganizados (modelo de "mercado") cuando, de hecho, ya están organizados en grupos de solidaridad.

Los teóricos de la movilización de recursos rechazaron el énfasis anterior sobre reclamos y agravios y el uso de categorías psicologizantes (histeria colectiva, sugestión, etc.) caractesticos del viejo enfoque de conducta colectiva. Más aún, organizaron un gran volumen de evidencia empírica en contra de la noción de que los principales movimientos sociales eran individuos dispersos motivados por alguna tensión social. Desde el punto de vista de los teóricos de la movilizacn de recursos, lo más significativo que demostraron fue que para movilizar una acción colectiva, se requerían formas organizativas y modos  de comunicación que sobrepasan ampliamente a los modos rudimentarios descritos  por la tradición clásica.

Basándose en economistas como Olson, científicos políticos como Salisbury e historiadores como Rudé, Hobsbowm, o Soboul, los teóricos de la movilización de recursos enfatizan variables objetivas  como organización, intereses, oportunidades y estrategias, con el objeto de explicar las movilizaciones a gran escala. Estas variables son vistas desde la perspectiva  de la lógica neo-utilitaria que se imputa a los actores colectivos. El actor racional individual y grupal- que emplea el razonamiento estratégico instrumental reemplaza a la muchedumbre como el referente central del' análisis de acción colectiva.
La lógica utilitaria y puramente individualista de los enfoques basados en actores puramente racionales da lugar desde el enfoque organizacional–empresarial de McCarthy' y Zald hasta el modelo de conflicto político de Tilly, Oberschall, Gamson y Tarrow. Estos restan importancia al cálculo de intereses estrictamente individualista de Olson, al proponer grupos solidarios con intereses colectivos como protagonistas de la acción colectiva. Pero, a pesar de sus diferencias, todas las versiones de la movilización de recursos analizan tal acción en función de la lógica de la interacción estratégica y de los cálculos costo/beneficio.

EL PARADIGMA ORIENTADO HACIA IDENTIDAD

Como se muestra en el texto de Cohen, los teóricos europeos de las NMSs han retomado la dimensión de integración en la acción colectiva contestataria. Por otra parte, estos teóricos están conscientes de lo que es inadecuado en el análisis marxista de los movimientos sociales, pese a que simpatizan con las dimensiones del neomarxismo, que enfatiza la importancia de la conciencia, la ideología, la lucha social y la solidaridad respecto a la acción colectiva; estos "postmarxistas" argumentan que aquellas teorías que subrayan la primacía de las contradicciones estructurales, las clases económicas y las crisis en la determinación de una identidad colectiva, son inapropiadas para los actores colectivos contemporáneos. También sostienen que no es posible aplicar modelos neoutilitarios de actores racionales a aquellos actores colectivos cuya interacción colectiva no se restringe a intercambios políticos, negociaciones y/o cálculos estratégicos entre adversarios. Esto significa que la lógica de la interacción colectiva implica algo más que la racionalidad estratégica o Instrumental.
Pizzorno apunta con razón que la lógica de intercambio que se basa en cálculos de costo y beneficio no puede explicar la acción colectiva de los "nuevos grupos" que buscan la identidad, la autonomía y el reconocimiento. Tal intento es útil en el caso de intercambios individuales en el mercado, así como en el de los modelos de regateo colectivo de intercambios negociados por trabajadores y administradores para la regulación conjunta de términos laborales. Pero el primer caso no incluye actores colectivos y el último corresponde a grupos de la esfera de producción ya organizados y capacitados para negociar respecto a demandas. Pero el proceso de formación de identidad involucra demandas no negociables.

Pero es precisamente  la lógica de intercambio y negociación la que está ausente en el caso de los NMSs (ecologismo, pacifismo, feminismo, derechos civiles de minorías, juveniles contraculturales, etc.) involucrados en la creación de solidaridades e identidades, según Pizzorno, en este caso:

"El objetivo real no es negociable porque consiste en la formación del sujeto que ha de convertirse sucesivamente en el actor  dcl intercambio que cargue con las ganancias y las pérdidas. Hay una categoría de accn que puede observarse en los conflictos
Sociales, la cual solo se puede entender si se averigua en ellos, no qué ganancias  y que pérdidas producirán para los actores, sino si producirán  solidaridad o no. Son acciones, que connotan un proceso de formación de una identidad.”.

Aquí queda suspendida la ley de Olson, según la cual lo participación para la adquisición  de bienes colectivos no es económica. La lógica de la formación de una identidad colectiva involucra la participación directa de.los actores. La representación social y política se produce solo después del reconocimiento de una identidad común por los participantes y por otros y de que quede asegurada la solidaridad, del' grupo. Sin ello, la  representación, por presuponer  confianza, es imposible. Para que el actor colectivo pueda calcular los costos y beneficios  de la acción colectiva y  actúe estratégicamente su identidad debe  estar establecida. El proceso de creación de identidad ocurre por medio de la interacción colectiva misma, dentro y entre grupos. De hecho Pizzorno afirma que una relación conflictual puede darse en ausencia de "reclamos verdaderos" con el propósito de afianzar la existencia de un actor colectivo nuevo o aún no reconocido.

Pízzorno identifica esta 1ógica de. la acción Colectiva como expresiva  y establece así una dicotoa simple (demasiado simple) entre, por un lado, actores sociales que están surgiendo en búsqueda de una identidad  y  reconocimiento,  o "nuevos movimientos sociales" para los cuales es apropiada la acción expresiva de demandas universalistas y no negociables y la participación directa, y  por otro lado, actores colectivos ya reconocidos (sindicatos, partidos) para los cuales la racionalidad estratégico-instrumental, la representación y las negociaciones son características. Una vez que la nueva identidad colectiva  ha sido reconocida como parte de un nuevo sistema ampliado de representación la acción se traslada de lo expresivo a lo instrumental y la representacn reemplaza las formas directas de participación.

Este modelo de identidad pura muestra que el énfasis sobre la dimensión estratégica  de la disputa  contestataria colectiva soslaya características claves de la lógica de la acción colectiva. Pero no llega mucho s allá de las verdades obvias qué ya fueron articuladas por los conductistas colectivos. Estos han mantenido por largo tiempo que los movimientos sociales se .involucran (o se complacen) en formas expresivas de acción.

El texto de Reichmann y F. Buey retoma la evolución de las orientaciones teóricas para el estudio de la acción colectiva y los MS y retoma los planteamientos de lo que se ha dado en llamar teorías europeas de los nuevos movimientos sociales (NMS). Se ha agrupado ocasionalmente a estos investigadores europeos bajo la rúbrica de “teóricos de la identidad”, pero entre ellos existen muy notables diferencias de perspectiva: no hay más que asomarse comparativamente, por ejemplo, a Touraine (1978), Alberoni (1984), Raschke (1985), Offe (1988) y Melucci (1989). En comparación con la escuela estadounidense de ressource mobilization, acentúan más los factores de ideario y proyecto histórico, de los MS como sujetos (o, más modestamente, actores) históricos, y afirman que la aparición de los “nuevos” movimientos tiene que ver con transformaciones fundamentales de las sociedades industriales avanzadas.

Muchos de estos sociólogos europeos subrayan que los activistas de estos movimientos, y las líneas de conflicto social (cleavages) en torno a las cuales se estructuran los movimientos, son diferentes de los que había en los movimientos de la sociedad industrial clásica: el término “nuevos movimientos sociales” apunta a una distinción clara entre estos movimientos y los “viejos” e institucionalizados movimientos de la clase obrera.

Voy a terminar discutiendo brevemente otros tres enfoques de mucho interés. El primero de ellos (presentado a veces como un subenfoque de la ressource mobilization: Cohen, 1985; Jenkins, 1989) es el que a veces se denomina escuela “particularista” de los MS (Eyerman/Jamison, 1991, 25), y cuya figura más descollante es el sociólogo norteamericano Charles Tilly. Este enfoque, histórico y sociopsicológico, se centra en las motivaciones individuales que llevan a las personas a participar en los MS, y realiza
meticulosos “estudios de caso” de movimientos (a menudo concebidos como instrumentos para procesos de socialización política).

Tilly define la acción colectiva típica de los MS en relación a la persecución de intereses comunes (Tilly, 1978), y le preocupa fundamentalmente la efectividad de la toma de decisiones tácticas. Al describir esta efectividad, Tilly discute los MS como entes que se mueven “de la organización a la movilización” de recursos en torno a intereses compartidos y, finalmente, a la realización de acciones efectivas dentro de estructuras de oportunidad específicas. Dado que la oportunidad para la acción colectiva varía con las circunstancias
históricas y culturales, Tilly añade la dimensión del contexto histórico a su estudio de los MS.

En sus formas más extremas, este enfoque lleva a negar la existencia de rasgos comunes en distintos MS, que se consideran como fenómenos históricos particulares esencialmente no generalizables, y no comprensibles más que a través de la experiencia personal de los agentes interpretada a través de un arte de la “biografía colectiva”.

También el llamado enfoque de redes (network approach) puede considerarse, en realidad, corno una especificación del enfoque de movilización de recursos. Esta perspectiva afirma que los MS pueden concebirse esencialmente como manifestaciones de redes socioespaciales latentes, cuyo elemento aglutinador son sobre todo comunidades de valores. Para estos estudiosos, la diferenciación social ha conducido en la sociedad industrial avanzada a la formación de comunidades de valores con alta densidad de interacción personal entre los integrantes. Las redes socioespaciales así formadas subsisten durante largos períodos de tiempo y pueden activarse en una coyuntura favorable a la movilización. Aldon Morris observó que la preexistencia de redes sociales e instituciones es un requisito básico para el desarrollo de un MS en su documentado estudio sobre el movimiento norteamericano por los derechos civiles (Morris, 1984). Otros estudios han subrayado también la importancia de esas redes socioespaciales latentes y capaces de activarse corno estructuras de apoyo para una gran variedad de MS concretos, desde movimientos estudiantiles a movimientos vecinales, desde movimientos antipornografia a organizaciones terroristas (se hallará una visión de conjunto de estas investigaciones en Klandermans, 1989).

Por último, tenemos el enfoque cognitivo desarrollado por Ron Eyerman y Andrew Jamison en un libro (Eyeinian/Jamison, 1991) que combina la herencia de la teoría crítica desarrollada por la Escuela de Francfort con la sociología del conocimiento de Max Scheler y Karl Mannheim. Los dos sociólogos estadounidenses trasplantados a Suecia proponen “un acercamiento cognitivo” a los MS: éstos son releídos como formas de actividad mediante las cuales las personas crean nuevos tipos de identidades sociales, como procesos de praxis cognitiva: “Ha de concebirse a los movimientos sociales como espacios públicos
temporales, como momentos de creación colectiva que proveen a las sociedades de ideas, identidades e incluso ideales” (Eyerman/Jamison, 1991, 4).
Desde esta perspectiva, “la articulación colectiva de una identidad de movimiento puede compararse a un proceso de aprendizaje social en el cual las organizaciones del movimiento actúan como fuerzas estructuradoras, abriendo un espacio donde la interacción creativa entre individuos puede tener lugar” (pág. 55); después este espacio se amplía y “socializa”, se transforma en un espacio público de articulación de intereses que puede afectar a la totalidad de la sociedad. Los movimientos son productores de conocimiento social: median en la transformación de conocimiento cotidiano en conocimiento profesional, y suministran
nuevos contextos para la reinterpretación del conocimiento profesional (pág. 52). Los dos autores ponen a prueba la fuerza interpretativa de sus conceptos básicos praxis cognitiva e intelectual movimientista en sugestivos análisis de movimientos sociales (tanto “nuevos” como “viejos”).